… y más consejos y tips para que tu mensaje llegue a los demás¿Quieres “soltarte” cuando hablas en publico, y que tu mensaje llegue de verdad a los demás? Pues necesitas trabajar estos principios desde ya mismo:
1. Naturalidad
Quién es natural, auténtico, tal como es siempre a la hora de hablar en público, tendrá una gran soltura y desenvolvimiento como si se tratara de su grupo más íntimo, aunque hable a miles de personas. No hay que ser quién no se es, ni imitar a nadie. Hay que ser uno mismo, y eso tan simple, es lo más difícil de lograr frente a los demás por los obstáculos ya mencionados. Ser uno mismo sin ocultar los propios defectos, incluso aprender a reírse de sí mismo, da mucha confianza al público.
Cuando una persona, sea un desconocido o una autoridad mundial reconocida la que me habla, si es natural, si no finge nada, si no hay nada forzado, nos generará simpatía naturalmente. Nunca cae bien un pedante o alguien que habla artificialmente, sea quien sea.
En Radio se puede impostar la voz, si es una impostación natural, como la que podemos hacer al hablar enfáticamente, pero no alcanzamos el corazón del que nos escucha cuando se nota que la afectación de la voz es un artificio. La naturalidad es conocida por los expertos en comunicación como “Regla de Oro”, porque “nada impide tanto el ser natural, como el afán de parecerlo”.
2. Autoridad
La autoridad al hablar viene por el conocimiento del tema o por la experiencia. Quién habla, sabe de lo que está hablando, porque lo vivió, o porque estudió el tema. Si no se sabe de lo que habla, la autoridad ante los demás se debilita, y peor aún, ante uno mismo.
La inseguridad al hablar en público es recurrente en quién habla sin autoridad. Habla con más autoridad quien humildemente reconoce lo que no sabe, que quien “hace como que sabe” lo que en realidad no conoce. La autoridad también nace de la credibilidad y de la honradez, muy relacionadas con la calidad del conocimiento y la humidad para comunicarlo.
3. Pasión
El vehemente deseo de comunicar brota del interior. Es tener grandes deseos de comunicar lo que voy decir. La pasión por el tema del que se habla siempre despierta el interés en el auditorio, y esta pasión surge del involucramiento personal con el tema. El involucramiento puede ser meramente intelectual o emocional, dependiendo la temática y las circunstancias. Quién está aburrido con su exposición, es aburrimiento asegurado para sus oyentes.
El disfrute de la exposición por parte del orador, invita a sus oyentes a disfrutar lo que escuchan. Por eso es importante no confundir brevedad con rapidez. Si por querer ser breve, me apuro, nadie me escuchará, porque ni yo mismo estoy escuchando lo que digo por la ansiedad de terminar. Todos querrán que termine de una vez.
En cambio, si opto por la brevedad, tal vez tenga que dejar de lado muchas cosas que quisiera decir, pero diré las más importantes, apasionadamente y disfrutando de las pausas y silencios necesarios, del peso de las palabras y las imágenes que evocamos, sumergiendo al oyente en forma gratificante dentro de nuestro discurso.
4. Simpatía
Otros principios importantes son también la simpatía y la amabilidad, ya que quien no está atento a los demás, y solo está ocupado de su conferencia, puso él mismo una distancia, un muro infranqueable entre el público y él mismo. El público puede tolerar cualquier defecto del orador, menos dos: la antipatía y el aburrimiento.
La familiaridad y la identificación del público con el orador generan confianza y mayor interés.
5. Usar imágenes
En una cultura audiovisual con dificultades para seguir cualquier discurso abstracto, es importante recurrir a imágenes mientras hablamos. Evocar imágenes sirve para que puedan retener mejor las ideas y experimentar mientras escuchan, ya que asociarán las ideas a sus propias experiencias cotidianas. ¿Pero qué significa recurrir a una imagen?
Esto no significa caer en algo muy aburrido e infantilizante, como es hacer comparaciones abstractas o contar cuentos. Hoy se piensa en forma cada vez más concreta y muchas veces el público siente que pierde el tiempo mientras le cuentan “un cuentito” para explicar la idea. Pensarán: “mejor explica la idea y déjate de cuentitos para niños”. Es mucho mejor ejemplificar con anécdotas que con fábulas.
La anécdota siempre impacta más en el oyente porque es testimonial y puedo imaginarme en ella. La anécdota habla por sí sola, no es una historia extraña que luego hay que explicar.
En el caso de quien habla por Radio, el oyente necesita imaginar lo que estoy diciendo. Por ejemplo: Si estamos hablando de recientes inundaciones. Nadie imaginará mucho si digo “se inundaron extensiones de 10.000 hectáreas”, que si digo: “Se inundaron extensiones equivalentes a 10.000 campos de fútbol”.
Otras cosas a tener en cuenta
El silencio hace “respirar” a la mente. Es necesario la pausa, bien utilizada. El silencio comunica y sirve para destacar lo que diré a continuación.
El manejo del humor también es importante, sin caer en la superficialidad y pretender divertir todo el tiempo, pero una cuota de humor distiende a la audiencia y al orador, especialmente si el tema es difícil o tensiona. Deslizar comentarios de complicidad con humor son los que generan empatía. Nunca se ha de usar el humor para ironizar, subestimar o burlarse del oyente.
El cuerpo en la comunicación: En el caso de la Radio todo se capta a través de la voz, de allí que quién escucha capta mucho mejor los tonos, la pronunciación, los énfasis, las palabras, que si nos viera por Televisión, donde lo que ocupa la atención es lo que se ve: la mirada, la sonrisa, los gestos de las manos, etc. En una predicación o conferencia, las posiciones corporales, el caminar o la manera de mirar a los demás. comunican mucho más de lo que solemos imaginar.
El secreto de toda buena comunicación es la mirada puesta en los demás y no en uno mismo, por ello la empatía es hoy el gran secreto para llegar al corazón de los demás, hablar su lenguaje, interpretar sus verdaderas preguntas, y hacerme cercano. Y por encima de todo, amar es el secreto: no es una cuestión de meras estrategias comunicativas, sino del verdadero amor a los demás, que siempre se dan cuenta si los amamos o si no nos importan, y la comunicación es más efectiva cuando el amor es real y evidente.