Promueve el desarrollo de niños y jóvenes olvidados y les regala una nueva familia Precisamente eso es lo que ha encontrado Kevin, una nueva familia compuesta por muchos hermanos. Este joven peruano de 15 años vivía con su tío en una comunidad nativa de la región Junín, la sierra del Perú. Luego de vender los productos que cosechaba en la chacra de sus padres, asistía al colegio que estaba a ocho horas de camino. Su vida cambió, ahora tiene una familia.
Cuando Kevin debió jugar o estudiar la vida fue para él un obstáculo a vencer. En casa nunca había nadie para orientarlo, siempre debía cuidar de sus cuatro hermanos, ahora Joan es el chef principal del comedor de los salesianos en el distrito de Breña, en Lima. El joven de 18 años prepara 200 almuerzos diarios para los niños del comedor. Él disfruta lo que hace.
“Nosotros somos familia, somos una comunidad que acoge a los jóvenes que necesitan una oportunidad”, comparte Ryszard Lach Buksa, sacerdote polaco que se ha dedicado a promover el desarrollo de niños, adolescentes y jóvenes en estado de abandono.
“Si no estuvieran aquí probablemente estarían en las calles, o pasando horas navegando en internet”, responde para las cámaras de una televisora local.
Al servicio de los desposeídos
“Héroe del barrio”, así lo ha denominado una revista interesada en su historia, a partir de la inquietud de un lector. Llegó al Perú a los 23 años, desde entonces el misionero salesiano permaneció en el país, no porque le guste ayudar, sino más bien porque se enamoró de su gente, y ama lo que hace.
La vocación de servicio que lleva impregnada en su corazón la adquirió de su madre, ella laboraba en Polonia en un sanatorio, allí asistía a niños con tuberculosis. Esa vocación de servicio la pone en práctica en el día a día, al llevar adelante una familia con 70 integrantes albergados en la Casa de Acogida Don Bosco, que actualmente dirige.
Antes que termine la larga jornada, “Ricardo”, como lo llaman a este cura polaco en Perú, se sumerge en la oscuridad de la noche para compartir con quienes duermen en las calles. “Ésta es una experiencia enriquecedora”, destaca el misionero.
Cautivados por amor
Se dejaron cautivar por el amor y es eso lo que encuentran aquí. Aunque muchos de ellos provienen de un ambiente agresivo, cuando se les propone un clima de ternura y respeto se convierten en nuevas personas. “Nunca suelo hablar de mis chicos, como pandilleros o posibles ladrones, aunque muchos de ellos han tenido esta experiencia”, comentó el misionero para la revista digital Contigo.
Aunque ellos decidan quedarse, las puertas de esta casa siempre permanecerán abiertas. “Son los propios chicos quienes siempre deciden cual es el mejor camino. Son tres pilares los que siempre los mantienen en pie; fe, amor y razón. Aquí les entregamos lo que quizás siempre necesitaron: amor”.
“Todo lo que aquí ellos tienen se lo tienen que ganar. Nada les llega fácil. Con su trabajo por ejemplo brindando servicios de pintura, electricidad o limpieza entre otras cosas, logran mantener unos ahorros en una cuenta corriente habilitada para cada uno. Además, en la Casa de acogida Don Bosco aprenden diversos oficios como panadería, pastelería y la elaboración de productos de artesanía.
Los salesianos en el Perú cumplen más de 125 años realizando labores sociales no sólo con casas de acogida sino también con centros ocupacionales, talleres técnicos y misiones en la sierra y selva. Al interior del país cuentan con diversas sedes en Huancayo, Arequipa, Cusco, Piura y Pucallpa.