La Santa Sede hace aclaraciones: El Santo Padre ha querido reforzar el papel de la Comisión de Cardenales independientesAlguien sugería al Papa al inicio de su pontificado en 2013 de cerrar el IOR definitivamente. El Pontífice en cambió optó por reformarlo prosiguiendo la obra de Benedicto XVI. El IOR se ha convertido con el tiempo en sinónimo de intrigas, poder y misterios.
Acerca de las últimas noticias difundidas por los medios de comunicación sobre el IOR, el instituto para las Obras de Religión, el también llamado Banco del Vaticano, Greg Burke ha precisado que la “Comisión de Supervisión de los cardenales está en pleno funcionamiento” en relación a sus responsabilidades en materia de vigilancia de las actividades financieras y económicas.
El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede sostuvo: “El Santo Padre ha querido reforzar el papel de la Comisión de Cardenales como un cuerpo independiente y separado del Consejo de Superintendencia, así como el estatuto del Instituto”.
El Consejo de Superintendencia es un órgano laico de expertos. Esta separación obedece a una lógica de mayor control: Así los que controlan son también controlados. Y viceversa, esto significa obtener autonomía en cada sede de vigilancia.
Francisco “pidió que, a partir de este año, las reuniones de la Junta se mantengan separadas de los de la Comisión, para enfatizar la distinción de papeles”.
La aclaración de la Santa Sede se debe a una articulo publicado en el periódico romano, IL MESSAGGERO, en el que se afirma que Francisco había retirado a los cardenales del Organismo de Control del IOR.
Además, en la noticia, se subraya la salida de un banquero italiano Carlo Salvatori y el banquero alemán Clemens Boersig “de embocadura moral”, describiéndolos como dos figuras incomodas al proceso de transparencia por parte de grupos adversos a la reforma de Francisco.
En realidad, el Vaticano ya había justificado estas salidas desde el año pasado cuando estableció que la visión de Francisco para lo IOR no era la de un banco tradicional, sino la de un Instituto de apoyo a la misión eclesial. Por eso, el nuevo equipo nombrado actualmente.
En la aclaración de Burke, además se hace referencia a las normativas predispuesta por Juan Pablo II en 1990 sobre el funcionamiento del Instituto para las Obras de Religión.
Desde 2012, el IOR ha cerrado 4.935 cuentas bajo la sospecha de ‘poca transparencia’. La política de limpieza ha iniciado bajo el pontificado de Benedicto XVI y luego continuada por el Papa Bergoglio. Actualmente, hay 14.800 cuentas corrientes.
La disposición bajo la nueva administración es que no haya cuentas anónimas o que no se justifiquen a fines caritativos y relacionados con la vida de la Iglesia. Es decir, nada de cuentas a parientes de prelados o amigos, o fundaciones no vinculadas a la misión pastoral.
La prensa italiana ha informado a final de enero, citando fuentes anónimas vaticanas, que 30 ‘cuentas sospechosas e intocables’ representan el verdadero problema del IOR.
La Stampa hace hincapié en la necesaria limpieza de las cuentas de los clientes del Banco Vaticano. Y reducen los cambios de Francisco a una disminución del poder del cardenal George Pell. No obstante, la reforma de las finanzas vaticanas sigue adelante y es objeto de las reuniones periódicas del Papa con el C9, el grupo de Cardenales que lo asesoran, donde participa Pell, además de los mecanismos internos actuados por la administración actual del IOR.
Antes de navidad de 2016, se nombró un nuevo consejo de supervisión del IOR, que ha dejado fuera a protagonistas italianos. Ahora son parte de esta nueva fase distintos expertos internacionales: el francés Jean-Baptiste de Franssu, la norteamericana, Mary Ann Glendon, el inglés Michael Hintze y el chileno, Mauricio Larraìn, entre otros.