Las Hermanitas del Cordero comparten la sabiduría de los pobresYendo a pedir flores a la Rambla para la fiesta de la Virgen, nos cruzamos con Claudio, uno de nuestros amigos de la calle, que nos empieza a decir: “Qué contento estoy de verles. Me gusta hablar con personas que creen. ¡Cuando se tiene fe, se tiene todo!”.
“Miren toda esta gente que pasa -dice mirando a su alrededor en un instante de silencio-, están tristes, no buscan nada; no desean a Dios. Caminan como ciegos. Las personas que creen llevan una luz en los ojos”.
“Yo soy un pecador pero me encanta rezar el Padrenuestro porque el que dice el Padrenuestro se vuelve puro. Antes de decir el Padrenuestro soy pecador. Después de decirlo, vuelvo a ser pecador. Pero mientras lo digo, me purifica. Venga, vamos a rezarlo juntos ahora mismo: díganlo y yo repito cada frase después”.
Y, en medio de los ríos de personas que circulan por la Rambla, nos ponemos a rezar el Padrenuestro que tiene el poder para curar, purificar y transformar nuestros corazones “recubriendo con su Misericordia infinita la miseria de nuestro pecado”: Perdona nuestras ofensas… y líbranos del mal.
Por la Fraternidad de las Hermanitas del Cordero de Barcelona (España)