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¿Cuándo sé que estoy preparado para casarme?

Redacción de Aleteia - publicado el 31/01/17

Cada noviazgo es único¿Cuál es el tiempo ideal de un noviazgo? Esto es muy relativo, y depende de muchos factores que se refieren a la vida de los novios. Un noviazgo normalmente podría durar 3 o 4 años, pero esto no es algo rígido: depende de la situación personal de cada uno, de los estudios, de la situación financiera, de la madurez de la pareja, de su buen entendimiento, de las dudas que puedan tener…

La pareja debería casarse después de llegar a la conclusión de que ambos han encontrado mutuamente a la “persona adecuada” para cada uno, además de tener medios financieros para construir un nuevo hogar. No significa tener todas las comodidades, pero sí al menos un mínimo que les permita vivir de forma independiente de sus respectivas familias.

El momento adecuado en el noviazgo es aquel en el que los dos están maduros y dispuestos para asumir el matrimonio y una nueva familia. Es importante poner un plazo al noviazgo. Cada uno necesita un tiempo, pero es bueno tener en cuenta también las inconveniencias de retrasar demasiado el matrimonio: un noviazgo eterno es una relación que no llega a ninguna conclusión, y al final perjudica a la pareja.

Una pareja está preparada para casarse cuando ambos lo desean, y no tienen dudas importantes sobre la persona del otro, sino que se conocen lo suficiente como para aceptarse, con sus defectos y cualidades; cuando la vida de uno está abierta para el otro, sin secretos; cuando se desea vivir con el otro, se es feliz estando a su lado, y se desea tener hijos con el otro.

Más sobre el tema: Noviazgo y matrimonio, ¿cómo acertar con la persona?

¿Cuánto tiempo se necesita para saber si es la persona adecuada para casarse? El tiempo dependerá del perfil de cada uno. Es preciso que cada uno conozca al otro bien antes de dar el paso, a su familia, sus cualidades y sus defectos. El misterio que es cada uno debe ser revelado, en la medida en que es humanamente posible; la historia del otro debe ser bien conocida y aceptada.

Ya sabemos que el otro, en cuanto otro, siempre será un misterio, pero al menos debe existir una certeza sobre “quién es esa persona”, en las facetas más importantes de su vida: cuáles son sus creencias y valores, qué relación tiene con el dinero, cómo es su carácter, qué piensa sobre los niños y su educación, etc.

Además, es preciso que exista un sustento financiero suficiente, sin depender de los demás, especialmente de los padres. El refrán dice: “el casado, casa quiere”. Ese grado de libertad es importante para la vida de la pareja. Pueden incluso vivir con los padres por algún tiempo, especialmente si estos están solos o enfermos, pero la convivencia con los padres u otras personas no debe dificultar la vida de la pareja.

Nadie debe dar un sí forzado por las circunstancias, ni por “cumplir expectativas”, sobre todo de la familia. Nunca hay que casarse “porque toca” o porque uno de los dos amenaza con terminar la relación. La clave es vivir el noviazgo, de mutuo acuerdo, como algo que tiene que terminar, antes o después, con una decisión. ¿Acabará o no en boda? Esa es la pregunta a la que los novios – y sólo ellos – deben responder.

 

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