“Francisco no dice nada, ni propone nada que él no haya hecho antes y esto arrastra mucho”, dice el periodista Juan Vicente Boo“Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” es la esencia de la comunicación del papa Francisco que no repite doctrinas y que bebe directamente de la fuente del cristianismo e invita a vivir bajo el signo de ese amor.
Es la tesis de Juan Vicente Boo, de 63 años, corresponsal del diario ABC en el Vaticano desde hace dieciocho años y quien presentó recientemente en Roma su nuevo libro, El Papa de la Alegría (304 pg. Editorial Espasa).
Precisamente, su tarea le ha permitido volar con los tres últimos papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— en más de medio centenar de viajes internacionales. Ha trabajado en 61 países y ha sido galardonado con el Premio Bravo de comunicación de la Conferencia Episcopal Española.
El libro refleja también el estilo de comunicación del pontificado: en efecto Boo sabe eclipsarse para que pase la luz del mensaje. Se trata de una lectura amena y enriquecida de citas oficiales.
A través de datos, eventos y discursos, descubrimos un retrato de papa Francisco colorado por matices de alegría, de ternura y de misericordia.
Boo, observador agudo que también ha trabajado durante 13 años como corresponsal en Bruselas y Nueva York, describe que la alegría es un motor que impulsa al Papa a trabajar cada día y un signo distintivo desde el inicio de su pontificado, cuando se propuso “ayudar a las personas a sonreír”.
Una fuerza propagada por el ejemplo
Francisco sigue al pie de la letra los consejos que él mismo da: sonrisa, sencillez y gestos espontáneos de afecto.
El corresponsal en el Vaticano que también se ha especializado previamente en defensa y política exterior, narra episodios claves de la denuncia y acción de Francisco de frente a la III guerra mundial a pedazos. Dificultades que no lo achantan, sino que lo empujan a seguir adelante.
Justamente ocurrió en 2013, cuando Francia y Estados Unidos habían decidido bombardear Siria contra el régimen de Bashar al-Assad sin permiso de la ONU. Boo cuenta cómo Francisco rápidamente escribió al entonces presidente del G-20, Vladimir Putin, quien leyó fragmentos de la carta en la cumbre, al tiempo que aconsejaba: “deberíamos escuchar al Papa”. Y así fue.
Ante un grupo de periodistas-colegas que siguen la información del Vaticano, Boo ha presentado este 17 de enero en Roma su nueva obra. A continuación, conversamos con el autor.
Usted reflexiona sobre la sencillez de la comunicación de papa Francisco, que además destaca como eficaz….
Francisco es un gran comunicador porque reflexiona mucho antes de hablar, porque piensa mucho en los destinatarios, porque combina los conceptos con las imágenes para que el mensaje sea más grato y sobre todo porque no dice nada, ni propone nada que él no haya hecho antes y esto arrastra mucho”.
¿Por qué el Papa de la alegría?
Porque me parecía que la bandera de la alegría que él levantó en el pre-cónclave es un elemento que enlaza directamente con el Evangelio.
El Evangelio significa buena noticia y por desgracia en estos últimos siglos nos hemos encontrado con gente que lo anuncia de modo demasiado serio, a veces de modo amargo. Entonces, él está haciendo una gran vuelta a los orígenes en casi todos los puntos esenciales de su pontificado.
Este es uno de ellos, lo mismo que es la misericordia, que es una de las características esenciales de Dios, como escribió Benedicto XVI en Deus Caritas Est. Y en casi todos sus temas principales hay una vuelta al origen del cristianismo que es mucho más alegre de lo que hemos visto.
¿Qué elementos inspiradores se pueden encontrar en este mensaje de felicidad en la figura de Francisco?
Francisco propone cosas asequibles a muchas personas y esto es bonito. Como cuando a un matrimonio, por muchos años que lleven casados, les pide a cada uno que le diga al otro: “Por favor, gracias, o perdona, cuando haya que pedir perdón”.
En su magisterio, hay gran cantidad de consejos prácticos para la vida cotidiana, para los novios, para los matrimonios, para los ancianos, para los jóvenes.
Hay un capítulo sobre jóvenes y ancianos donde se encuentran muchas cosas prácticas que yo he comprobado que son ciertas, porque mi madre tiene 92 años, y hay otras cosas que son enormemente prácticas.
Francisco nos está enseñando a todos que el cristianismo no es repetir doctrinas, sino vivir de una determinada manera, comportarse con los demás, de modo que se vea que es cierto que el principal mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman invitaba a replantear el concepto de la felicidad asentado hoy en el consumo. Usted también es economista. Precisamente, la felicidad que propone el papa Francisco parece que va en otra dirección…
La publicidad nos lleva por el camino equivocado, nos lleva por el camino que interesa a las empresas que venden productos, pero hay mucha más alegría y felicidad en dar, que en recibir.
Hay mucha más alegría y felicidad en enamorarse y ser generoso que en ser egoístas. Tenemos que darnos cuenta de que en nuestra vida que lo más importante es el tiempo libre para estar con personas con las que nos sentimos bien, o para estar con personas que necesitan nuestra ayuda.
Ese es el camino de la felicidad, es compatible con ser rico y es compatible con tener unos ingresos modestos. Uno puede disfrutar más en compañía de otra persona en un coche pequeño y modesto que en un coche grande cuando uno está solo o cuando está con una persona a la que no quiere.