Se negaron a abortar y ahora se sienten solas y abandonadasFue tema de portada en todos los periódicos: el virus del zika. Una enfermedad que produce una microcefalia severa en los hijos de aquellas embarazadas afectadas. Una enfermedad sobre la que se escribió mucho antes de las Olimpiadas de Río de Janeiro. Se recomendó no viajar a países afectados por el virus e incluso en países como Colombia se abrió el debate sobre la opción de las embarazadas a abortar.
Han pasado ya muchos meses y poco, muy poco se ha vuelto a hablar del zika. ¿Dónde están esas madres? ¿Cómo han sido atendidos esos bebes con microcefalia? ¿Por qué se ha perdido el foco mediático de esta enfermedad?
“Me siento muy perdida e insegura. No sé si el tratamiento que estoy siguiendo para mi bebé es correcto y si estoy haciendo lo suficiente para su desarrollo”. Livia To tiene 25 años y vive en Campos dos Goytacazes, un municipio situado a unos 300 kilómetros de Río de Janeiro. Su hijo Miguel nació en agosto de 2016 con una microcefalia severa. El periódico El Confidencial cuenta su historia.
Se encuentran solas y abandonadas: “Fue triste comprobar que la preocupación no era por nosotras, por las madres que estamos luchando para sacar adelante a nuestros hijos”.
El vínculo del zika con la microcefalia alertó a toda la comunidad internacional y mucho se escribió en esos meses sobre qué hacer con esos niños que nacían con la enfermedad.
Al menos 22 países de América Latina pusieron en marcha alertas por la enfermedad y se puso el foco en los más de 4.000 niños con microcefalia en Brasil. ¿Qué pasó con ellos?
Se les dio una muy baja, casi nula esperanza de vida e invitaba a las madres a abortar. Ahora comienzan a ofrecerse testimonios sobre niños que nacieron y siguen vivos: “En mi caso, me dijeron que mi niño moriría antes de nacer. Ahora tiene casi cinco meses, pero nadie se molesta en descubrir cómo va a desarrollarse. Es desesperante”, reconoce Livia.
“Cuando estalló el virus zika y los primeros casos de microcefalia, hubo muchas reacciones en los medios de comunicación e incluso cierto apoyo estatal. De repente, todo el mundo se olvidó de nosotros. Nos sentimos abandonadas”, agrega en el reportaje Sheila Araujo, que vive en Fortaleza y con 34 años vive sólo y exclusivamente para cuidar a su bebé.
Puedes leer en El Confidencial los testimonios de estas madres, cuyos niños nacieron con microcefalia y que ahora viven en el olvido. Pasó la alerta, se negaron a abortar y ahora sufren en silencio la enfermedad de sus hijos.