Un matrimonio -que se esforzaba en vivir la vida cristiana y dar una buena formación a sus hijos- salió una noche a cenar, dejando a la hija mayor al cuidado de los tres hermanos más pequeños.
Cuando ya se habían ido, llamó por teléfono Jesús, un amigo del padre, y lo descolgó uno de los pequeños:
– «¿Hola está tu papá?».
– «No, se ha ido con mamá».
– «Y tú quién eres?».
– «Soy Toñito, ¿y tú?».
– «Yo soy Jesús».
– «¡Hola, Jesús! Quería decirte muchas cosas…».
Y empezó a hablar con confianza y mucho cariño, dirigiéndose a él como si fuera de verdad Jesús, el Hijo de Dios.
El amigo de su padre -callado y cada momento más emocionado- le escuchó sorprendido.
Después de un ratito el niño le dijo:
– «Oye, espera, que mi hermano también quiere hablar contigo».
Le pasó el teléfono al pequeño Alfonso, diciéndole «toma, es Jesús» y ocurrió lo mismo.
Al día siguiente, Jesús llamó a su amigo y le contó…
Le dijo que estaba tan conmovido que había decidido cambiar de vida: se iba a confesar -después de muchos años sin hacerlo- y también a recomenzar a hablar con Dios e ir a Misa los domingos.

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Por Javier Cremades
Publicado originalmente en el Facebook de Javier Cremades