Con la llegada del Año Nuevo, muchos de nosotros miramos adelante con esperanza, convencidos de que el “año que viene será mejor”.
Es posible que el año pasado no fuera exactamente como deseábamos y nuestras originales “propósitos de Año Nuevo” duraran solamente hasta mediados de enero.
Sea cual fuere el caso, miramos al futuro con un destello de esperanza en que nuestra situación actual mejore.
Aunque esperar con entusiasmo el futuro puede mantener nuestros espíritus animados por el momento, existe un ejercicio más profundo que aporta más sustento al alma y que consiste en revisar el año anterior por entero y dar gracias por las múltiples bendiciones (y cruces) que Dios nos ha dado.
Este proceso permite a la persona entender dónde está y hacia dónde le puede estar conduciendo la obra de Dios.
En otras palabras, solo mirando atrás podemos conseguir avanzar.
Examen anual
Una manera de reflexionar sobre el año pasado es hacer un “Examen Anual”. Esta práctica es una sencilla extensión del “Examen Diario”, parte central de la espiritualidad ignaciana.
El Examen Diario es una práctica según la cual un individuo se detiene dos veces al día (a medio día y al final del día) para examinar la actividad de Dios y reconocer cualquier falta o pecado que se haya podido cometer.
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San Ignacio dividió el Examen Diario en cinco partes descritas a menudo de esta forma:
Es un hermoso ejercicio que practicar diariamente y que ayuda a entender de qué forma actúa Dios sobre tu vida, al tiempo que te sinceras con tus propios errores y fracasos.
También es una forma positiva de reconocer tus faltas a la vez que tomas consciencia del amor y la misericordia de Dios.
Además de hacer este Examen Diario, se puede apuntar un poco más alto y hacer un Examen Anual en el que revises los mayores acontecimientos del año pasado, con la confianza de cambiar lo que sea necesario en el Nuevo Año.
Así podrías organizar el examen:
Si queremos progresar en el año nuevo de alguna forma, no debemos olvidar el pasado, sino aprender de él y aceptar todo lo sucedido a la luz de la divina providencia de Dios.
Con ello, podemos avanzar mejor en espíritu de colaboración, percibiendo que Dios es el único en control. Por último, recordemos las palabras que Dios dijo al profeta Jeremías: