Nosotros no necesitamos el CDC, pero es bienvenido igualmenteYa sabéis lo que se dice: en lo referente a la sexualidad, los valores cristianos tienen la reputación de ser rígidos, anticuados e irrelevantes. Pero también sabemos la verdad: todo el cristianismo está arraigado en un amor y una verdad intemporales diseñados para protegernos de, básicamente, destruirnos a nosotros mismos.
Así que la reciente investigación sobre sexualidad adolescente por parte del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) no debería ser una gran sorpresa, pero sigue siendo digna de nuestra atención. Esta agencia gubernamental publicó hace poco las conclusiones de un estudio masivo que vincula la identidad sexual adolescente con otros hábitos relacionados con la salud, incluso comportamientos que no parecen directamente relacionados con la sexualidad.
Lo cual me lleva a una historia que viví hace 15 años…
Justo después de la medianoche, cuando la Nochebuena se convirtió en el Día de Navidad de 2001, Josh Kleehammer y yo nos besamos por primera vez. Ya llevábamos saliendo cinco meses y sabíamos bien que estábamos enamorados, pero yo quería retrasar el inicio de la parte física de nuestra relación.
Primero quería cerciorarme de que existía todo lo importante relacionado con el amor verdadero, y de que sus intenciones eran sinceras. Él respetó mis deseos y demostró ser digno de confianza. Un par de meses más tarde me propuso en matrimonio. Entonces, el 8 de junio de 2003, intercambiamos nuestros votos matrimoniales y consumamos nuestra unión en nuestro lecho conyugal, el mismo lugar de nuestros afectos hoy en día.
Nuestra historia es la del ideal cristiano tradicional para el comienzo de una relación matrimonial de verdadero amor. Pero por desgracia, yo no demostré absolutamente ningún interés en los ideales cristianos hasta que llegué al instituto, lo cual me dejó bastante tiempo durante la educación secundaria para que experimentara demasiado y demasiado pronto.
A los 13 años dejé de ser virgen y, ya que había cruzado esa línea, suponía que lo que hiciera con mi cuerpo ya no tenía demasiada importancia en realidad. Adopté una mentalidad negligente con un comportamiento promiscuo que se convirtió en mi rebelde expresión de independencia.
En mi segundo año de universidad me uní a un grupo de jóvenes en mi iglesia que cambió por completo el curso de mi vida. Empecé a aprender sobre el diseño de Dios para la sexualidad humana, algo sagrado y hermoso previsto para la alianza del matrimonio. Comencé a comprender que mi cuerpo es un templo y que tenía que cuidarlo como tal. Aprendí a respetarlo y a insistir a los demás que lo respetaran también.
Aquí terminó mi promiscuidad adolescente y empezó mi transformación desde alguien que se entregaba al uso y placer de otros hacia una hija de Dios que únicamente se entregaba a Él y Su voluntad. Así comenzó mi plenitud.
Por este motivo puedo avalar personalmente la solidez de este estudio. Echa un vistazo a algunos de los elementos destacados a continuación, muy interesantes, pero sin olvidar que son una pequeña fracción de los ámbitos en los que, según pone de manifiesto el estudio, los adolescentes que no practican sexo tienen un estilo de vida más saludable:
— Los adolescentes activos sexualmente con el sexo opuesto (ASSO, para abreviar) son un 337% más propensos a beber alcohol de forma excesiva que sus pares vírgenes. Los activos de mismo sexo y bisexuales (AMS y AB) son un 375% más propensos que sus pares vírgenes.
— Los adolescentes ASSO son un 500% más propensos a haberse inyectado un fármaco sin prescripción que sus pares vírgenes. Los adolescentes AMS/AB son un 2.333% más propensos.
— Los adolescentes ASSO son un 3.300% más propensos a fumar diariamente que sus pares vírgenes. Los adolescentes AMS/AB son un 9.500% más propensos a fumar que sus pares vírgenes.
— Los adolescentes ASSO son un 260% más propensos a experimentar algún tipo de violencia física en una relación de pareja que sus pares vírgenes. Los AMS/AB son un 683% más propensos que los jóvenes vírgenes.
¡No son porcentajes nada desdeñables! Incluso en hábitos de bienestar común, como el desayunar todos los días, dormir lo suficiente, ponerse el cinturón o visitar al dentista, el estudio muestra que los adolescentes que no son sexualmente activos tienden a tener prácticas también más saludables.
La conexión es obvia. Todos estos comportamientos saludables están directamente vinculados al entendimiento de nuestros cuerpos como algo sagrado y digno de un cuidado óptimo.
Mis años de adolescencia ya quedaron muy lejos, y ahora, como madre, sé que cada vez tendré menos control sobre las acciones de mis hijos, cada vez más mayores. Sin embargo, también sé que siempre seré responsable de los mensajes que les transmito. Con la motivación de la fe —y ahora también con el respaldo de un extenso estudio científico— repetiré con confianza y consistencia a mis hijos: no fuméis, bebáis o toméis drogas. Poneos el cinturón, tomad un desayuno sano y, en cuanto al sexo, cariño, lo mejor es esperar, sin duda.
Y son consejos que siempre se transmitirán en el mensaje primordial: “Dios es Amor y Verdad, y Él siempre sabe qué es lo mejor”.