El regreso del mejor ShyamalanCon La visita, M. Night Shyamalan iniciaba su colaboración con la productora Blumhouse, la cual ha continuado en Múltiple, su última película. Una relación con la que el director parece recuperar los contornos cinematográficos en los que mejores resultados ha tenido después de una época de ciertos fracasos de taquilla y crítica.
Así, Shyamalan entrega en Múltiple una película en apariencia “pequeña”, controlada en cuanto a pretensiones de argumento y de escenario, con pocos personajes y unas ideas mínimas a partir de la cuales ir desarrollando la historia.
Con Múltiple, Shyamalan vuelve a mostrar que su mejor faceta es la de director, mientras que en la de guionista, aparecen de nuevo las carencias que hacían que algunas de sus películas más interesantes en cuanto a puesta en escena, fueran fallidas debido a un desarrollo de guión que no estaba a la altura de su trabajo visual.
Múltiple, con mejores resultados que en anteriores películas, tiene una mayor, y mejor, relación entre imagen y guión que, sin embargo, no acaba siendo suficiente para redondear una película que aunque satisfactoria y notable, deja de nuevo la sensación de que Shyamalan tiene tanta potencia visual para crear imágenes y para plantear ideas argumentales, como fallos a la hora de dotar de cohesión al conjunto.
Shyamalan comienza la película de manera directa, presentando a las tres jóvenes, Claire (Haley Lu Richardson), Marcia (Jessica Sula) y Casey (Anya Taylor-Joy) que son secuestradas por Kevin (James McAvoy) mediante un arranque que en cuanto a puesta en escena resulta ejemplar, como lo será, después, el tratamiento que Shyamalan dará al breve espacio de la habitación en la que están recluidas a la hora de ir definiendo a los personajes y a las situaciones.
Desde el comienzo, el director evidencia lo que está sucediendo: Kevin es un joven con trastornos de identidad, habiendo creando más de veinte.
Lo que no sabemos realmente qué es lo que traman algunas de esas identidades con respecto a las jóvenes. Salvo algunas salidas de la casa para que Kevin visite a su psiquiatra, y otras en el último acto de la película, Shyamalan construye en Múltiple una película de suspense interior en un doble sentido: el físico, por el secuestro, y el mental, lo que acontece en la mente de Kevin.
Y consigue ir desarrollando la inquietud y el suspense a través del trabajo visual, con alguna detención del ritmo que, afortunadamente, consigue recuperar con rapidez.
Se hablará mucho del final de Múltiple, no tanto porque haya un giro final, sino por la relación de la película con otro título de Shyamalan que la convierte en una suerte de spin-off de ella; o simplemente, en una ampliación de su mundo.
Pero lo cierto es que en Múltiple se encuentra todo expuesto de manera clara en todo momento, no hay en realidad juego alguno para sorprender al espectador. Shyamalan siempre muestra mediante la puesta en escena, y en este caso a través del diálogo de forma clara, qué está sucediendo.
Lo importante es cómo va desarrollando una idea de lo fantástico como elemento integrado en la realidad a través, en esta ocasión, de un hombre que se va transformando desde su interior hacia el exterior, mutando su cuerpo a través de sus cambios mentales.
Shyamalan cree en un marco fantástico instaurado en lo real sin necesidad de que aquello que entendemos como realidad cambie sus contornos reconocibles. En esto Múltiple se presenta como una de las mejores películas de su director, abriéndose, con esa relación con un título anterior, hacia nuevos derroteros. Mientras tanto, a disfrutar del regreso del mejor Shyamalan.