Si quieres un vínculo fuerte, quizá necesites pedir ayuda externaA la hora de conseguir un matrimonio feliz y boyante, la mayoría pensamos que es algo bastante sencillo. Hay dos que se enamoran. Deciden pasar juntos el resto de sus vidas. Se juran amor mutuo delante de sus amigos, su familia y Dios. Y a partir de ahí todo es sentarse a disfrutar, ¿verdad? Ojalá fuera así de simple.
Aunque el amor a veces sucede de esta forma en las películas, en el mundo real es bastante raro. Si uno quiere un buen matrimonio en el mundo real, habrá muchas cosas que resolver por el camino.
¿Cómo solventar los conflictos matrimoniales cuando surjan? ¿Cómo conseguir el nuevo equilibrio con nuestra familia política, sobre todo cuando hay dos grupos diferentes? Queremos a nuestros hijos, pero ¿cómo encontrar tiempo para nosotros, mi esposa y yo, ahora que los niños nos exigen tanta dedicación? ¿Cómo manejamos el estrés de la vida diaria sin pagarlo con la pareja?
Para nosotros, la vida se ha vuelto complicada y exigente. Ambos estábamos intentando progresar en nuestras carreras. Intentábamos encontrar suficiente tiempo para trabajar juntos en nuestro hogar. También estábamos esforzándonos para cubrir algunas responsabilidades económicas.
Además, tratábamos, sin éxito, de encontrar tiempo para nuestras dos familias, la suya y la mía. Todo ello sumando al cóctel la tarea de ser padres, que es por sí sola una labor a tiempo completo. Nuestro mundo parecía desmoronarse sobre nuestras cabezas.
Yo estaba exhausto y sentía que no podría aguantar mucho más, y sé que Tami se sentía igual. Estábamos subidos a esta locura de carrusel que llamamos vida y no conseguíamos averiguar cómo detenerlo por un momento.
Problemas de dinero, falta de tiempo, y sí, la familia política puede desgastar también
Con todo el estrés, empezamos a discutir con más frecuencia y a repetir las mismas discusiones una y otra vez. La frecuencia de las riñas parecía que amontonaba estrés (conflictos no resueltos) encima de más estrés (niños, facturas, trabajos, etc.). En un determinado momento sentimos verdadera desesperación.
Nuestra intuición era lo suficientemente buena como para saber que no podríamos aguantar así mucho más tiempo. Pensamos en recurrir a nuestra familia en busca de ayuda, pero la mayoría de las parejas se habían divorciado llegados a un punto similar al nuestro. Dedujimos que no podrían ayudarnos, dado que no pudieron ayudarse a sí mismos.
Nuestro rayo de esperanza llegó con la forma de una pareja mayor de nuestra parroquia con quien habíamos pasado algún tiempo en eventos de la iglesia con el paso de muchos años. Eran unos 20 años mayores que nosotros y parecían muy relajados y sabios.
A menudo nuestros hijos iban con ellos a jugar a algún parque o los llevaban de excursión. Esto nos daba un respiro de la constante atención que nuestros hijos parecían necesitar de nosotros. Por sencillos que parecieran estos gestos, eran suficiente para darnos un poco de espacio para respirar.
Además, esta pareja también solía preguntarnos sin ambages cómo nos iba y si necesitábamos algo. Antes de ellos nos habíamos sentido muy solos, pero su interés sincero nos hacía sentir que teníamos a alguien de nuestro lado. Y necesitábamos a alguien de nuestro lado desesperadamente.
En cierto momento, nos armamos del suficiente valor como para preguntarles si podían ayudarnos con algunos “problemillas”. Se trataba de cosas aparentemente básicas, como el equilibrio entre familia y trabajo o algunas sugerencias para mandar a nuestros hijos a dormir sin pasar por un suplicio todas las noches.
Nos hicimos muy buenos amigos de esta pareja y siempre disfrutábamos de su compañía. También nuestros hijos. Volviendo la vista atrás, lo que en realidad hicimos fue adoptar a esta pareja como nuestros mentores matrimoniales.
Aunque no nos percatamos por entonces, este plan resultó ser una idea brillante. Esta pareja nos ofreció con todo su cariño apoyo emocional y ánimos siempre que los necesitábamos. Puesto que su matrimonio parecía próspero después de levantar su propia familia, nos hacían sentir que nosotros también podíamos conseguirlo.
Cuando nos planteábamos mudarnos a una ciudad diferente, estas parejas mentoras nos dieron unas cuantas ideas importantes que tener en cuenta. Las preguntas que nos animaron a plantearnos a nosotros mismos sobre la mudanza eran un equilibrio aleccionador para el entusiasmo que sentíamos sobre un hogar nuevo y más amplio.
Sucedió algo más en medio de todo esto. Mientras esta pareja nos orientaba y nos regalaba su amor, conectamos con otra pareja más. También eran mayores que nosotros, esta vez casi diez años más.
Pero lo importante con ambas parejas no es que fueran mayores que nosotros en edad, sino que nos llevaban años de ventaja en experiencia vital. Esta ventaja y experiencia les permitía ofrecernos continuamente la sabiduría y los consejos que tanto necesitábamos.
Llegó el momento de que nuestros hijos empezaran a ir a la escuela y nosotros teníamos muchísimas preguntas sobre qué sería lo mejor para ellos. Nuestros mentores vinieron a nuestro rescate con consejos experimentados sobre niños, colegios y las cosas que de verdad importaban.
Además, cuando nuestras hijas empezaron a tener citas (uno de los momentos más aterradores de nuestras vidas), sabíamos bien a quién recurrir en caso de pánico.
Un amigo más joven me preguntó hace poco si eso de tener mentores matrimoniales era algo tan valioso. Yo respiré hondo, hice una pausa dramática y luego le dije: “No tienes ni idea de lo importante que es tener buenos mentores matrimoniales en tu vida”.
El plan de Dios para el matrimonio
Estoy convencido de que en el plan de Dios para mi familia están incluidos los mentores matrimoniales. Es uno de los motivos por los que es tan importante que las familias solucionen sus problemas y permanezcan unidas, de forma que cuando crezcan los niños y se casen puedan tener como modelos a sus padres aún casados, sus mentores. Cuando esos padres no siguen casados, ese ciclo de orientación matrimonial se rompe.
Tal vez te preguntes si existen algunos criterios que deban cumplir los mentores matrimoniales antes de que los apuntes en tu lista de recursos. Los criterios deberían ser muy similares a los de cualquiera que dejas entrar en tu círculo personal. Cuando reflexiones sobre si deberías permitir o no que una persona opine sobre tu vida de esta forma, has de considerar unas cuantas cosas:
- Debería ser gente que respetes.
- Deberían haber cometido sus propios errores y aprendido bien de ellos.
- Esta pareja debería estar felizmente casada. No son perfectos, pero sí felices.
- Si la pareja ha estado casada solo una vez, es lo ideal y con menos complicaciones. Pero si se han casado más veces, deben determinar si han superado las razones que motivaron el fracaso de su(s) anterior(es) matrimonio(s).
- Debería ser una pareja con la que se hayan relacionado regularmente, lo cual significa que ya los conocen y se sienten cómodos con ellos.
La orientación de unos mentores es un propósito hermoso. Sin embargo, podría resultar un poco incómodo acercarse a una pareja mayor y preguntarles directamente: “¿Querríais ser nuestros mentores?”. Esto me recuerda a lo asustado que estaba cuando pedí a los padres de Tami que bendijeran mi intención de pedirle en matrimonio. No tiene por qué ser tan incómodo.
Estén atentos a las parejas de su alrededor más dispuestas a ofrecer sus sabios consejos y su gracia a otros en su círculo y fuera de él. Preséntense y enciendan la chispa de la amistad. Con el tiempo, llegará un momento en que querrán hacer saber a esta pareja que valoran sinceramente la diferencia que han supuesto en su vida, ya que respetan su ejemplo.
Pregúntenles si les importaría responder algunas preguntas de vez en cuando sobre el matrimonio y la vida. Luego sean agradecidos y cuidadosos, pasen tiempo de calidad con ellos; podrían cenar de vez en cuando, salir a tomar café con regularidad o unirse a un grupo de la iglesia. Todas son formas fantásticas para fomentar una relación sólida con sus nuevos mentores.
Algún día futuro tal vez incluso deseen explicarles cuánto han significado en su calidad de vida, durante los años que han sido sus mentores.
¿Son tan valiosos los mentores matrimoniales? ¡Que no te quepa duda!