Una densa descripción de determinados problemas culturales y políticos de la España de hoy y siempreEl 12 de mayo de 2014 la Presidenta de la Diputación de León fue asesinada en plena calle. Le dispararon por la espalda mientras cruzaba la pasarela sobre el río Bernesga para ir a la sede del Partido Popular. Después la remataron en el suelo con otros tres disparos en la cabeza que, según los testigos, hicieron que le saliese humo del pelo. No había sido el grupo terrorista ETA.
Un policía retirado paseaba con su mujer por el lugar de los hechos y presenció todo lo sucedido. Tras las detonaciones, la asesina pasó por delante suyo con total frialdad, mientras él sujetaba el brazo de su temblorosa esposa. Cuando la tuvo a una distancia prudencial (a la perpetradora, claro), empezó a seguirla.
Muerte en León (2016-), miniserie documental dirigida por Justin Webster, y estrenada en Movistar plus, relata los acontecimientos de aquel lunes, intentando mostrar las perspectivas de las diferentes partes implicadas en el proceso judicial (mediante imágenes reales e inusualmente expresivas del juicio): la fiscalía, la acusación particular y las diferentes defensas de las que fueron las tres presuntas responsables del asesinato, Montserrat González, autora material confesa de los disparos, su hija Triana, y Raquel Gago, policía municipal.
Con una agilidad narrativa encomiable, el primer episodio de los que componen este relato, que respeta todas las reglas del mejor periodismo de investigación, nos detalla metódicamente los hechos y nos hace asistir a las entrañas del proceso judicial, captando al espectador hasta la hipnosis, según una fórmula que se parece a la del cine policíaco, en la que siempre se muestran detalles que no encajan (informaciones de testigos acreditados, opiniones de periodistas, pruebas telefónicas, datos forenses, etc.) y que hacen avanzar la trama a la vez que el interés de quien la sigue.
Sin embargo, el documental no es únicamente una recreación de los hechos luctuosos, sino que, poco a poco, y casi de modo inadvertido, se trasciende la historia trágica de Isabel Carrasco y el relato aumenta su caudal, convirtiéndose en una densa descripción de determinados problemas culturales y políticos de la España de hoy y siempre.
Pocas horas después de la muerte apareció una pintada en el suelo del que habían levantado el cadáver. Rezaba: aquí murió un bicho. De esa imagen arranca una investigación dentro de la investigación, la que versa sobre las corruptelas, nepotismos y arbitrariedades de la todopoderosa Isabel Carrasco, una mujer bajita, inteligente, decidida y muy capaz que a los 23 años ya era Inspectora de Hacienda y que en poco tiempo llegó por sus propios medios a una de las “baronías” del PP, gobernando con mano de hierro, muchas veces bordeando los límites de la legalidad, según se nos muestra a lo largo del metraje de muy diversos modos.
A lo largo de las cuatro horas que dura la serie se desgrana una constelación de testimonios y pruebas que permiten entender un poco mejor no sólo el caso Carrasco sino también echar un resquicio de luz sobre lo más turbio y recóndito del corazón humano, así como sobre las cloacas de la gestión pública en nuestro país. Por eso es muy recomendable adentrarse en esta miniserie, que te imanta como una suculenta ensalada con ingredientes bien conocidos como el amor, el odio, la ambición, los celos, los abusos, las injusticias, y alguna sorpresa más.