Introducción de una serie de oraciones -con un mensaje escondido- para prepararse para el nacimiento de Jesús
Las antífonas mayores son breves oraciones dirigidas a Jesucristo que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. Se cantan en Vísperas, antes y después del Magnificat. Todas ellas comienzan por la exclamación admirativa “o”.
Y así expresan la sorpresa de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre. Por eso dicen con asombro “oh” y van seguidas por los títulos divinos del Verbo encarnado.
Después de aclamar a Cristo con títulos diversos, todas las antífonas terminan con la súplica “ven” y una indicación de los efectos que se esperan de su venida: la liberación del pecado y de la muerte, la enseñanza de la verdad, la salvación eterna.
Leídas en sentido inverso, las iniciales latinas de la primera palabra después de la “O”, forman el acróstico “ero cras”, que significa “seré mañana, vendré mañana”.
En el original latino, comienzan de la siguiente manera:
O Sapientia (Oh Sabiduría) = Palabra de Dios dirigida a los hombres.
O Adonai (Oh Adonai) = Señor poderoso (así se nombra a Dios en el Antiguo Testamento).
O Radix Jesse (Oh Raíz de Jesé) = Renuevo de Jesé (padre de David).
O Clavis David (Oh Llave de David) = Que abre y cierra.
O Oriens (Oh Amanecer) = Oriente, sol, luz.
O Rex Gentium (Oh Rey de las naciones)= Rey de paz.
O Emmanuel (Oh Emmanuel) = Dios con nosotros.
Este año te proponemos una novena de preparación a la Navidad con las antífonas mayores, comenzando con una introducción, continuando con las antífonas y finalizando con una pequeña conclusión, todas acompañando lecturas bíblicas y con unas lindas imágenes para que puedes compartir en las redes sociales.
Preparémonos, que Él está llegando…
Para saber más sobre las Antífonas Mayores visita la siguiente página.
Y si lo deseas también puedes descargarlo en PDF:
Oración para todos los días:
Buen Dios de infinito amor, que tanto nos amaste, que nos diste en tu hijo la mejor muestra de tu misericordia para que, hecho hombre en las entrañas de una virgen, naciera en un pesebre para nuestra salvación y remedio. Yo, en nombre de todos los hombres, te doy infinitas gracias por tan gran beneficio. Como respuesta, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo hecho hombre. Y por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, te pido que prepares nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal libertad frente a todo lo terreno, que Jesús, recién nacido, tenga en ellos su cuna y se quede para siempre. Amén.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Ya viene el Rey, el Señor de la tierra; Él nos librará de nuestra esclavitud. (Gn 3:1-4; Rom 1:18-26)
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