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5 preguntas para despertar la capacidad de amar y ser amado

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Eva María de la Cruz - publicado el 16/12/16

¿Que yo no puedo amar? Más bien "me falta aprender a amar más y mejor"

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Todos somos conscientes de la presencia luminosa y poderosa que tiene el amor en nuestras vidas. ¿Pero qué pensamos y qué sabemos de él? A veces podemos tener ideas equivocadas, podemos saber de él poco, o muy poco y entonces aceptamos ideas totalmente erróneas como “yo no puedo amar” o “el amor para toda la vida no existe”. No son verdad. Lo más cercano a la realidad más bien sería: “Me falta aprender a amar más y mejor”, “¿Cómo se logra amar para toda la vida?”, pues existen personas que sí lo han logrado.

A veces pensamos que el amor es por naturaleza muy pasajero y volátil, que tiene que estar lleno de emociones y sentimientos todo el tiempo y que ya no se le encuentra por ningún lado en el mundo de hoy.

Para nuestra sorpresa el amor está en todas partes, está al alcance, está presente en cada momento: en todo lo que hemos recibido por amor y gratuidad de parte del Creador, en lo que vemos, en lo que contemplamos, en lo que sentimos, en lo que damos cuando perdonamos, cuando agradecemos, cuando consolamos, cuando preguntamos a otros su querer, cuando escuchamos, cuando trabajamos… y así podríamos seguir enumerando un sinfín de situaciones en donde el amor reina, aparece, y rebosa.

A veces sí lo reconocemos, pero a veces estamos muy distraídos, ocupados o saturados de otras cosas y tristemente no lo percibimos.

Pero entonces… ¿dónde y cómo encontrar ese amor, ese que dura a lo largo de los años, ese que notamos que nada lo apaga, ese que vemos claramente en un matrimonio que cumple 50 o más años de casados, o en esa madre que espera, con paciencia amorosa y constante formación, al hijo cuando parece que este no mejora en sus actitudes, o en ese profesor que gasta todas sus energías año con año con la idea de que puede ayudar a que sus alumnos transformen este mundo en un mejor lugar para vivir?

Ese tipo de amor duradero, fuerte, que siempre encuentra cómo alimentarse y robustecerse para crecer… ¡Ese amor está dentro de nuestro ser, en la capacidad del alma que hemos recibido desde el momento de nuestra concepción y en la decisión de querer construirlo día a día!!

Gran parte de lo que necesita este amor para su existencia es saber que hay que develarlo poco a poco en toda su grandeza durante toda la vida, con los que tenemos a nuestro alrededor.

Es decisión, tiempo, esfuerzo, pensamiento, entrega y paciencia. El amor es un misterio que cada uno de nosotros puede ir develando, descubriendo, disfrutando, fortaleciendo, construyendo y mejorando.

Si hay algo a lo que el amor profundo no puede sobrevivir es a la prisa, al pensar sólo en uno mismo y no en el otro, a querer continuar viviendo lo que en el enamoramiento sentimos, a la falta de comunicación, al egoísmo, a la soberbia, a la falta de decisión y compromiso, pero sobre todo a la ausencia de perdón y comprensión, a lo fácil, lo superficial, a lo pasajero  y a lo light.

Nosotros mismos hoy en nuestro interior podemos preguntarnos cómo estamos buscando o viviendo y construyendo nuestros amores, con Dios, con nuestra familia, en nuestro trabajo, con nuestros amigos. Y saber y contar con que somos seres perfectibles, no somos un absoluto terminado, y con que todos podemos hacer algo mejor cada día, para cambiar el rumbo de nuestra vida para propiciar amores verdaderos, esos que nos dan realmente la felicidad, nos ayudan a lograr la plenitud y sobretodo la humilde actitud de reconocer que siempre podemos hacerlo mejor, que no debemos parar de luchar por construirlo y que vale la pena, no sólo por nuestro enriquecimiento sino también por el de los demás.

¿Pero, qué tiene que ver el amor con un proyecto de vida?

¡Tiene que ver y mucho!

Aunque la capacidad de amar y ser felices se encuentre dentro de nuestro ser y seamos capaces de alcanzarlos, no llegan por casualidad, ni por arte de magia, ni por ideas positivas que nos repitamos todos los días sin cesar aunque estas puedan ser muy buenas. ¡NO!

Hacer un buen espacio hoy en nuestra agitada vida a cualquier edad, parar y reflexionar cómo estoy amando, ¡¡es primordial!!

Y entonces podemos hacernos algunas preguntas prácticas, muy interesantes para despertar esas capacidades internas con las que ya contamos para aprender a amar y ser amados:

  • ¿Reconozco que soy una persona única e irrepetible con un cúmulo de puntos buenos, positivos con los que puedo aprender a amar más y mejor?
  • ¿Sé que siempre estaré en tiempo de desarrollar virtudes para saber amar mejor?
  • ¿Soy consciente de que el esforzarme en el amor me ayudará a lograr hermosas relaciones en las que el dar y recibir sea un aspecto constante y que esto me puede llevar a la felicidad?
  • ¿Pienso frecuentemente en cómo amar y hacer felices a los demás?
  • ¿Cómo está mi alma hoy en día, soy capaz de dar y reconocerme como un ser humano que necesita amar en profundidad?

Estas son algunas cuestiones buenas para comenzar a pensar, para que yo pueda identificar dónde y cómo me encuentro en relación a este gran tesoro del amor y así reconocer cuánto me he ejercitado en aprender a hacerlo mejor cada día.

Al saber dónde estoy y hacia dónde quiero ir en mi vida, entrará un horizonte amplísimo, real y maravilloso para contemplar y actuar.Luego entonces podré emprender la realización de mi propio proyecto de vida en donde el amor debe tener un papel preponderante.

Es decir, ¿hacia dónde quiero dirigir mis esfuerzos y mis capacidades? Reconociendo mi papel en mi vida, mis acciones, mis decisiones y consecuencias. Existen muchas realidades que nos ayudan a contemplar esta gran realidad.

Un ejemplo claro y bellísimo lo observamos en el gran poema Invictus  de William Ernest Henley (1849-1903), que luchó duramente en Sudáfrica contra el racismo y las políticas del Apartheid, una verdadera joya que salta con toda su fuerza a nuestro entendimiento.

En uno de sus hermosos versos se encierra la gran verdad que nos incita a la lucha continua en nuestras circunstancias y peculiaridades: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

Mi proyecto personal, además de contener las visiones claras, es decir encaminarme hacia todo aquello que quiero lograr a corto, mediano y largo plazo; me ayudará a ir pensando y planeando las metas y medios con los que podré lograrlo, revisando periódicamente cómo voy en lo que me he planteado, en dónde puedo rectificar o mejorar.

El proyecto personal es un plan de superación continua, pausada y constante que me ayudará a ser mejor persona, mejor hijo/a, padre/madre, esposo/a, amigo/a, jefe/a, compañero/a, pero sobre todo a esa superación necesaria en el amor con todos los que me rodean (Dios, esposo (a), hijos (as), tíos, hermanos, padres, suegros, etc).

En relación a la meta de amar más y mejor, daremos sólo algunos ejemplos de medios a proponernos a mediano y largo plazo:

  • Realizar un esfuerzo continuo por ver lo bueno en las personas, que siempre es más.
  • Reflexionar acerca de los conflictos que he tenido con personas cercanas, buscar las razones, perdonar, acercarme y restablecer relaciones, mediante el diálogo, la escucha y la empatía.
  • Tratar de comprender y amar a los amigos como son y ayudarles en lo que pueda.
  • Comprender y amar antes de criticar o hablar mal de los otros
  • Acercarme a la fuente del amor más poderosa del universo, dedicándole tiempo, es decir, a Dios: preguntarle, platicarle, establecer continuos diálogos con Él.
  • Buscar los hábitos o acciones que me lleven mucho tiempo en mi vida diaria, para regularlos y poder contar con tiempo para contemplar, observar y expresar cariño, reconocimiento y misericordia a los que están a mi alrededor.

En fin… ¡tenemos mucho trabajo que hacer, manos a la obra, que ahora comenzamos!

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