Una interesante serie australiana sobre la búsqueda de la verdad en un mundo corruptoUno de los grandes éxitos de HBO en el 2015 fue Mr. Robot, una teleserie sobre un yonqui esquizofrénico que además es un hacker bueno con un pasado por descifrar que se intenta enfrentar al mal hipostasiado en su versión de gran corporación.
Mr. Robot (2015-) es una gran serie, pero tiene un precedente muy cercano en Australia que también merece la atención del público, pese a que ha invertido mucho menos dinero en su producción. De esta serie mucho menos voceada vamos a hablar hoy aquí: su nombre es The Code (2014-).
Dos hermanos huérfanos treintañeros trabajan para esclarecer ciertos embrollos creados por determinados miembros del gobierno de Camberra con ayuda de grandes y poderosas multinacionales. Todo parte de la desaparición de una chica en un lugar recóndito en el interior del país. Temas oscuros que todos quieren tapar y que sólo Ned Banks, un guapetón periodista de investigación obcecado en tirar de la manta, y Jesse Banks, un genial hacker con rasgos de autismo que es cuidado por su hermano mayor y que tiene ficha en la policía por sus actividades delictivas en la red.
La historia está muy bien contada. La fotografía es como aquel continente, preciosa. La trama consigue que el espectador vaya cambiando continuamente de sospechoso, de ángulo, de perspectiva. Las interpretaciones son fantásticas, especialmente la de Ashley Zukerman, que da vida a ese Asperger superdotado con toques de shock post-traumático y lo hace de manera mucho más creíble que las series americanas en las que se suele intentar encarnar a un personaje de esta laya.
Siendo el antihéroe tan fundamental en la ficción postelevisiva, los protagonistas con afecciones psiquiátricas severas no faltan en las pantallas. La Carrie Mathison (Claire Danes) de Homeland (2011-), de Showtime, lo borda haciendo de agente de la CIA bipolar trabajando a base de antipsicóticos. Otra cosa es que ese personaje pueda llegar a tener algo de real.
Lo mismo sucede con la anteriormente mencionada Mr. Robot, que quizás es aquí el referente más cercano. Rami Malek ha sido premiado por su caracterización de un politoxicómano psicótico en alucinación constante en esta superteleserie. También lo borda, aunque esta vez con ayuda de la voz del narrador, y volviendo a caer en un personaje tan extremo que muy difícilmente pueda llegar a existir algún día.
Ashley Zukerman, por el contrario, consigue a la vez angustiarnos y convencernos con su interpretación de Jesse Banks, personaje esencialmente dependiente de su hermano desde la desaparición de sus padres. Asistimos, así, a la casi agónica existencia de alguien que lucha con uñas y dientes por escapar de su aislamiento, lo cual lo asemeja magistralmente a tantos de los que habitamos la sociedades individualistas globalizadas.
The Code es pues un muy buen precedente de Mr. Robot. No es tan compleja ni barroca como un producto HBO. Es más de género único y no aspira a abarcar varios. Es un thriller mínimamente psicológico pero no sumido en la paranoia. El guion está bien armado y soberbiamente llevado y tensado, episodio tras episodio, aunque sin tantos malabares.
Así, esta serie australiana es un modo formalmente clásico y efectivo de abordar un tema muy actual: la corrupción política y económica. Contra ambas: la transparencia; encarnada en este caso tanto por el viejo periodismo como por la nueva y libertaria cibernética –en la línea de Snowden y Assange. Periodista y hacker: una pareja muy actual y muy necesaria.