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El editor de libros: una joya literaria dentro de una película magistral

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José Luis Panero - publicado el 12/12/16
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Una gran historia de amistad -y de todo lo que rodea al creativo mundo de la literatura- que engancha de principio a finA sus 54 años, Michael Grandage, productor y director de teatro inglés, debuta a lo grande en el cine con El editor de libros, biopic nítido, lúcido e inteligente sobre Max Perkins -del premio Pulitzer A. Scott Berg– el hombre que rescató del anonimato -desde su casi inadvertida presencia en el panorama editorial- a potenciales escritores de fama universal.

El filme -que es estrena el 7 de diciembre y que distribuye en España A Contracorriente Films– sigue las andanzas de Thomas Wolfe (Jude Law). Rechazado por la mayoría de las editoriales de Nueva York, acude sin esperanza a la Charles Scribner’s Sons. El editor de la empresa, Max Perkins (Colin Firth), apuesta por el joven y excéntrico escritor, y gracias a él Wolfe se convirtió en uno de los novelistas de más éxito de la América de principios del siglo XX tras publicar Look Homeward a los 29 años.

La película se centra, por un lado, en la relación profesional que mantuvieron Perkins y Wolfe -especialmente durante el proceso de publicación de la segunda novela de Wolfe, Time and the River– y por otro explora las vidas de los también autores de la época, Ernest Hemingway o Francis Scott Fitzgerald.

Reza el aforismo latino: “Verba volant, scripta manent” (las palabras vuelan, los escritos permanecen). ¿Y qué fue antes para España? ¿La novela o la película? En el caso que nos atañe la película. De hecho, a la editorial Rialp le gustó tanto que se hizo con los derechos, la tradujo y lanzó un virtuoso volumen. Un lujo para lectores y espectadores -de lo cual también se ha hecho eco la web todoliteratura– que en el umbral de 2016 la historia del cine acoja esta fascinante obra de arte. Y les digo más: este brillante e inolvidable drama tiene opciones de galardón en la próxima edición de los Oscar.

En esta afinada adaptación sobresalen todos los intérpretes, cualidad de la que responde Michael Grandage y su dominio en la dirección de actores, y el guión de John Logan (El aviador). Llama especialmente la atención el rol de Max Perkins al queda vida Colin Firth (El discurso del Rey), el editor idealista y profesional que ejerce el oficio con el mejor de los olfatos y que sueña con guiar a los escritores que se topan con él del mejor modo posible. Y de esa manera optimizarles su estilo pero sin deformarlo.

El editor de libros es, pues, un claro homenaje a todos los editores anónimos que nunca pasarán a la historia de la literatura, pero sin el silencioso, vital y concienzudo trabajo de Max Perkins quizás nunca habrían existido. Thomas Wolfe, interpretado por Jude Law (Camino a perdición), está sensacional como prolífico escritor americano repleto de talento, que escribía prosa poética incansablemente hasta lograr algunas de las mejores páginas de la literatura americana.

En un momento del filme, el escritor Wolfe y el editor Perkins comentan: “todas las imágenes y los sonidos de las palabras cuentan. No soporto sacrificar palabras”. Y en otra de las escenas, sentencian: “No somos los personajes que queremos ser, sino los que somos”.

En la película, todos los diálogos y los silencios también cuentan (hasta el sombrero de Colin Firth tiene su papel estelar). Como los pequeños, pero no menos importantes papeles de F. Scott Fitzgerald (Guy Pearce) o Ernest Hemingway (Dominic West); papeles más amplios en la novela original. Sin olvidarnos de las convincentes estrellas femeninas interpretadas por Laura Linney y Nicole Kidman, las respectivas esposas de Max Perkins y Thomas Wolfe.

El editor de libros es una gran historia de amistad -y de todo lo que rodea al creativo mundo de la literatura- que engancha de principio a fin. Para ello, el filme se apoya en una espectacular ambientación de esos EE.UU. de los refulgentes años de oro, una dirección firme y llena de elegancia visual -lo cual llama la atención en un debutante- y muy rítmica.

Por favor, tengan en cuenta de que si se la pierden pueden arrepentirse más de dos veces.

 

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