Arrestada porque era cristiana, Meriam Ibrahim habla de la relación que nació con su compañera de celda. Una amistad que cambió la vida de ambasMeriam Yahia Ibrahim Ishag tenía 27 años, cuando fue arrestada por la policía sudanesa porque se convirtió al cristianismo. Fue condenada a muerte por apostasía, su sentencia fue acompañada de 100 latigazos por adulterio, porque se casó con un cristiano.
La presión de la comunidad internacional empujó a las autoridades de Khartoum a dar un paso atrás, liberando a la mujer en 2014 tras una desgarradora permanencia en la prisión. Meriam, entonces madre de un hijo, durante su estadía en la cárcel dio a luz a una niña.
Su situación la volvió un icono de los cristianos perseguidos. Tras su liberación fundó una ONG que se ocupa de los derechos de las mujeres y la libertad religiosa.
El rechazo a renegar de su religión
Durante el proceso, a Meriam se le garantizó que su delito sería perdonado con la condición de que ella renegara de su fe y pronunciara la profesión de fe islámica. Pero ella se rehusó: “No puedo mentir. Mis hijos no tendrían ninguna estima por mí, si hubiera hecho una cosa smeejante”. Fue entonces encarcelada, junto a su hijo Martin, de 20 meses.
Meriam describió con detalle las pesadas condiciones en la prisión: “De noche no lograba dormir. Con las sábanas preparadas en un jergón para mi hijo, y de noche lo vigilaba continuamente, porque tenia miedo por él”. Cuando tenía que ir al baño, le pedía a mi compañera de celda, una mujer musulmana, que le echara un ojo al niño.
Entre las dos mujeres nació una relación de confianza recíproca. Meriam le dio una Biblia que logró llevar consigo a la cárcel corrompiendo a una guardia. Su compañera de celda la ayudó a esconderla, corriendo un riesgo tremendo; ese Libro tenía una importancia fundamental a los ojos de Meriam, y este hecho dejó impresionada a su compañera de celda. “Esta es mi Biblia”, le explicó Meriam. “Yo me encuentro en prisión a causa de este libro”.
Leía de noche, durante el cambio de guardia
“Aunque los musulmanes me hayan condenado a muerte e infringido muchos latigazos, a causa de mi religión, fue una mujer musulmana quien me ayudó a leer la Palabra de Dios”, recuerda Meriam.
En seguida pudo ayudar a su amiga, una inmigrante clandestina de Somalia, que necesitaba dinero para salir de la cárcel. Las dos se mantuvieron en contacto y la mujer somalí tomó la decisión de convertirse al cristianismo. Meriam la puso en contacto con personas que conocía para apoyarla y ayudarla a vivir su nueva religión, en un nuevo país. Finalmente, la ex compañera de celda de Meriam se casó con uno de los amigos de su benefactora.