A pesar de ser conocida como “la Rosa de Hildesheim” o “la rosa de los mil años”, más que una flor se trata ya prácticamente de un árbol. Es el rosal vivo más viejo de todo el planeta, y sobrevivió felizmente incluso a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, creciendo prácticamente adherida a uno de los muros de la catedral de Hildesheim. Si bien las bombas destruyeron parte de la catedral y, junto a ella, al rosal, la raíz quedó intacta y volvió a crecer hasta alcanzar el tamaño que hoy tiene, según se lee en este post publicado por Atlas Obscura.
La tradición cuenta que el rosal fue plantado en el siglo IX, cuando la catedral fue fundada. Desde entonces, la planta no ha dejado de florecer, año tras año, cada mes de mayo, regalando sus flores de color rosa pálido a visitantes y lugareños por igual