Massimiliano, preso italiano, con el peso de una cadena perpetua: Antes quería ser el mejor criminal, ahora….¿Hola? Soy papa Francisco. ¿Tiene – pluma y papel – con que anotar? Así, Francisco ha querido apoyar la publicación del libro Cristo dentro (ed. Itaca), al dictar por teléfono el prólogo que antecede a la obra, que recoge diversas fotografías tomadas en la cárcel y que expresan el encuentro de varios presos italianos con Dios y la fe.
“Dios está dentro con ellos (los presos). Ninguna celda es tan aislada como para excluir al Señor; su amor paterno y materno llega a todos los rincones”, dice el papa Francisco.
Las fotos retratan los tatuajes de un grupo de presos italianos y están acompañadas de sus testimonios, que con el lenguaje del cuerpo y con la narración explican su fe. El dinero de la venta será utilizado para la creación de becas de trabajo para ayudar a los detenidos a integrarse en la sociedad a través de proyectos sociales.
Entre varias historias se encuentra la de Massimiliano, de 33 años, italiano, condenado a cadena perpetua y con un tatuaje en el antebrazo.
“Cuando me hice el tatuaje, hace varios años, tenía la frase: “Mejor jefe del infierno que esclavos en el paraíso”. Después tuvo lugar el encuentro con la asistente social y con el capellán don Eugenio.
“Luego entendí que tenía que cambiarlo (el tatuaje), ya no reflejaba lo que sentía. Entonces lo he modificado. “Mejor jefes del paraíso que esclavos del infierno”, se lee en su antebrazo contrapuesto a la fina silueta de la escrita borrosa anterior.
La rebeldía de grabar en la piel una imagen contra el sistema. El toque suave de la fe y ese inconformismo se vuelven mosaico piadoso usando el propio cuerpo. De ahí, las imágenes de Jesús, la Virgen, el rosario que se pueden encontrar en la cárcel y una fe que se marca en la propia piel.
“No es necesario fotografiarme el rostro, lo que cuenta de mí está en la espalda”, dice Stefano que lleva tatuado un Cristo de perfil nostálgico casi sollozando como sí se doliera de la suerte de un hijo sin libertad por el daño hecho a la sociedad, la misma que bota la llave y confina como expiación.
Ricardo, 34 años, asegura que su vida “oscura” quedó atrás con la fe, después de superar un intento de suicidio en la cárcel. “Dios no me abandona, yo no me dejo abandonar. La vida es una búsqueda de sí y del prójimo y si ahora tengo más paz es porque estoy en paz con Dios… antes estaba colérico conmigo, con la vida y con Dios”.
“En la pierna tengo a san Miguel Arcángel que derrota al diablo. El diablo es mi pasado, es la parte negativa de mí, mi mal. Para mí es un poco como acabar con el pasado”.
Al final del Jubileo de la misericordia, Francisco alzó el teléfono para garantizar la publicación del mencionado libro, apenas concluido el Año Santo de los presos y dictó: “Estimados amigos, san Pedro y san Pablo, los fundadores de la Iglesia de Roma, de la que soy obispo, probaron el encarcelamiento. Fueron detenidos.
Cada vez que atravieso la puerta de una prisión, mirando las caras de la gente que conozco, siempre pienso: ¿por qué ellos y no yo? Todos somos pecadores necesitados de la misericordia de Dios que nos levanta, nos perdona y nos da esperanza. Gracias por el regalo de este libro. Les abrazo, estoy cerca suyo, me los llevo a todos en mi corazón, les bendigo, rezo por ustedes y por sus familias. Les pido que oren por mí”.
Francesca Sadowski, Pino Rampolla y Eugenio Nembrini son los editores. Las personas que trabajan en el mundo de las cárceles, los jóvenes y cada persona sensible al drama humano pueden encontrar en este libro fotográfico un espejo de vida y un reflejo de esperanza más allá de los barrotes de una celda.
Pino Rampolla es el fotógrafo que inmortaliza la imagen en el tiempo de los presos y su piedad. El artista ilustra el fenómeno humano que emerge en la cárcel, este es su tercer libro sobre la temática carcelaria, el primero ambientado en las celdas de la cárcel romana Regina Coeli y otro en la cárcel de Poggioreale, con el prefacio del entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano.