El homenaje a una embarcación que trasladó a decenas de científicos y marineros ecuatorianos
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Instalar una estación científica en la Antártida hubiera sido muy difícil sin la existencia del Buque de la Armada de Ecuador (BAE) Orión, reconocen científicos e investigadores.
Este buque, ideado por el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar), es un verdadero símbolo de investigación y progreso para el país sudamericano. En sus 35 años de trayectoria fue posible recorrer el mar tras los indicios del fenómeno climático El Niño o surcar aguas tanto nacionales como internacionales.
“El Orión es un barco seguro, nunca estuvimos en una situación de riesgo”, expresa a El Telégrafo de Ecuador el oceanógrafo Eduardo Zambrano, quien lo acompañó en innumerables expediciones.
Solo para lograr dar con las condiciones de El Niño, este buque realizó 90 recorridos. Pero el hito de esta embarcación va mucho más allá. En setiembre de 1987 un grupo de marineros viajaron al Polo Sur para ratificar la adhesión de Ecuador al Tratado Antártico.
En 2002, a mando del capitán Rafael Cabello Peñafiel, la embarcación logró colocar su primera boya oceánica que empezó a vigilar las condiciones del mar a 1.800 metros. Unos años más tarde, en 2011, frente a la costa de la región de Manta se logró anclar un cable de 2.200 metros para ubicar la primera boya de detección de tsunamis. Actualmente Ecuador tiene dos y la otra se ubica en la región de Esmeraldas, confirma El Telégrafo.
Por otro lado, Orión también obtuvo la presea de haber trasladado a la primera mujer ecuatoriana en llegar a la Antártida. Se trata de Silvia Allauca Mendoza, una oceanógrafa que lo logró cuando tenía 26 años. La travesía no fue fácil y cuentan quienes participaron de aquella expedición que hubo que atravesar el Paso Drake, uno de los pasajes más temibles a nivel mundial con olas de entre ocho y 10 metros.
Pero además de trasladar a científicos e investigadores a lo largo de todos estos años, el Buque tuvo la deferencia de dejarle también a otros profesionales una experiencia para toda la vida. Por ejemplo, a Schuberth Ganchozo, un músico que se pasó 28 días registrando los sonidos de la Antártida.
Su trabajo se basó en captar el canto de las aves marinas, el eco de cerros aledaños a la estación ecuatoriana en el Polo Sur y con esto pudo crear un disco con música proveniente de esta región del mundo, concluye El Telégrafo.
Este 6 de diciembre se celebra la fiesta de San Nicolás, patrono de los niños, pero también de marineros y viajeros. En este día particular es importante homenajear a todos los miembros de la tripulación que a lo largo de estos 35 han llevado y siguen llevando progreso científico a bordo de un buque emblema en Ecuador, que ha tenido largas expediciones y algunas de ellas difíciles, pero también muy exitosas.