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Train to Busan: Zombis en el tren

Ramón Monedero - publicado el 02/12/16

Una historia de muertos vivientes con interesantes variaciones y un fuerte contenido emocional y, quien lo iba a decir, familiarLos asiáticos saben hacer cine de forma distinta. Va en su cultura y en su forma de entender el medio, pero también la vida. El cineasta surcoreano, Yeon Shan-ho se había labrado una prestigiosa carrera como director de cine de animación haciendo películas para todo el que quisiera verlas excepto, eso sí, para los niños.

Para ser más concretos, su última película de dibujos animados iba de zombis vagabundos que infectaban una estación de metro. De hecho, sospecho que rodando Seoul Station a Shan-ho se le debió de ocurrir lo de Train to Busan, al fin y al cabo en ambas películas hay raíles, trenes y muertos vivientes y esto por quedarnos en lo básico porque ambos largometrajes son complementarios.

Train to Busan nos cuenta la historia de un padre ausente obsesionado por su trabajo que no tiene tiempo ni para comer y mucho menos para ocuparse de su hija pequeña. Cabeza de una familia rota, este padre frustrado debe acompañar a su hija ausente hasta Busan, donde le espera su madre. Por el camino, y nada más coger el tren, en Seul se lía un apocalipsis zombi.

Aun así, no vemos prácticamente sangre durante los primeros compases de la película. Es más, la cosa se va destapando con cuentagotas y la presencia de los temidos zombis es prácticamente imperceptible hasta bien entrado el metraje. Es interesante comprobar como el terror se va acercando a los personajes sin que estos se percaten de lo que se les viene encima hasta que se meten en el tren y una joven infectada se cuela entre los vagones.

Dicho mal y pronto, Train to Busan es una película de zombis en un tren. La cosa, no obstante, se sale sensiblemente de la norma. La sangre, aunque presente, no es excesiva. Las carreras, por cuestiones obvias de espacio, dentro de un tren, son las justas. Y las lecturas políticas y sociales habituales en esto tipo de cintas son más o menos las mismas aunque donde el film de Shan-ho pone el acento es en la relación entre el padre y su hija.

A los que les guste el cine de muertos vivientes disfrutarán como hacía tiempo que no lo hacían. Quienes no toleren este tipo de títulos mejor que ni se acerquen. Pero para los demás, Train to Busan ofrece también una tierna y por momentos excesivamente dramática (y estirada) historia de amor entre una niña y su padre. Al final, uno no saldrá de ver Train to Busan traumatizado por los zombis o por las excelentes escenas de suspense, sino por la niña cantando en un túnel abandonado mientras el ejército apunta a su cabeza. Tremendo.

 

 

 

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