Solvente cinta de terror que sin contar nada nuevo resulta sensiblemente distinta y se sitúa a años luz de la aburrida película originalContra todo pronóstico y sin que sirva de precedente Ouija: El origen del mal, es bastante mejor que la cinta original. Ouija fue una película de Stiles White, un técnico de efectos especiales y guionista ocasional que decidió pasarse a la dirección con una cinta de terror realmente aburrida. Su secuela, en este caso, precuela, no corresponde a una necesidad artística sino a un raquítico presupuesto de cinco millones de dólares y a una recaudación mundial de más de cien.
Lo que no suele ser frecuente es que para una continuación se llame a un director mejor que el de la primera. Lo lógico es llamar a un don nadie pero resulta que a Mike Flanagan, en los grandes estudios, no lo conocen demasiado. Se ha especializado en el género con películas de bajo presupuesto y limitada repercusión con propuestas realmente solventes como Oculus (2013), Hush (2016) o Somnia. Dentro de tus sueños.
Ouija: El origen del mal nos cuenta la historia de una familia que se gana la vida timando a los infelices que quieren contactar con sus seres queridos a través de sesiones de espiritismo más falsas que Judas. Sin embargo, un día, casi por error, una de las hijas convoca a un espíritu que parece sentirse cómodo en el cuerpo de la menor de la casa. La trama está servida.
Como se ha dicho por ahí Ouija: El origen del mal no inventa nada nuevo pero es cierto que lo hace de forma sensiblemente distinta. La película se toma su tiempo para arrancar y sobre todo para que conozcamos a una familia con problemas reales y mundanos. Quizá por esto la penetración de lo sobrenatural resulte tan poco traumática y casi lógica. Aunque poco a poco el film de Flanagan se va haciendo más y más oscuro, prácticamente nada chirría en su metraje. Es como si las cosas no pudieran haber sido de otro modo y eso es muy difícil.
Como en otras película de su director, Ouija: El origen del mal nos cuenta cómo lo siniestro trata de romper una unidad familiar más allá, incluso, de lo terreno. La figura del padre, aunque muerto, está muy presente a lo largo del film al que incluso le rezan sus hijas todas las noches porque prefieren hablar con su padre que hacerlo con Dios al que no conocer personalmente. Cosas de niños.
De hecho Ouija: El origen del mal al menos admite la existencia de un cielo bondadoso y al alcance de la mano aunque sea de pasada y esto es toda una novedad en el género. Dicho esto, la película de Flanagan funciona como cinta de terror como hacía tiempo no se veía. Bien hecha, sin prisas pero sin pausa y sin excesos salvo por algún detalle aislado y por ese final que casi, casi, se le va de las manos al director.
Aun así, Ouija: El origen del mal, no solo es una cinta mucho mejor que su predecesora sino la confirmación de que a Mike Flanagan no hay que perderle la pista y la siguiente ya la tiene casi lista, Gerald´s Games, basada en un relato de Stephen King.