Es una casa de ensueño y atractiva hasta para los propios adultos. Pantallas táctiles, comandos de voz, asistentes virtuales. Es que la famosa muñeca Barbie tiene nueva “casa inteligente” desde que la empresa Mattel decidió brindar un nuevo enfoque a sus juguetes clásicos.
Pero la evolución ya venía siendo anunciada desde antes con la salida al mercado de Hello Barbie, la muñeca que permite entablar una “conversación” a través de un asistente personal (aspecto que ya no quedará reservado a la simple imaginación de los niños que pasaban horas recreando diálogos imaginarios con sus juguetes).
Sin embargo, al poco tiempo, esta muñeca comenzó a generar cierta polémica cuando se dio a conocer de parte de algunos expertos que estaba expuesta a problemas de seguridad y privacidad al permitir que “atacantes externos” pudieran acceder a los datos recolectados por el juguete.
Mattel hizo caso omiso a estos detalles minimizándolos, fue más allá, redobló la apuesta, e igual lanzó la “casa inteligente”.
En los últimos años el mundo de los juguetes ha sufrido un viraje desde que la tecnología empezó a ganar cada vez más espacios, aspecto que requiere de una mirada incluso más atenta de parte de los propios padres.
Tal es así que en muchos países este tipo de juguetes se han transformado en un verdadero “boom”, pero también en el “nuevo blanco” para los más pequeños si es que no se toman algunos recaudos a modo de prevención, debido a que con sencillos pasos de control todo podría ser diferente.
Las advertencias no suceden solo con la casa de Barbie. Con otros juguetes como el peluche Smart Toy Bear, de Fisher Price, que habla con los niños y los anima a cepillarse los dientes y hacer las tareas sufrió un ataque este año dejando al descubierto datos personales y fotos de más de seis millones de niños en todo el mundo y de unos cinco millones de padres, indica un informe de El Expreso de Ecuador.
La principal debilidad de estos juguetes, a la hora de tomar precauciones, radica en que la información procesada por estos juguetes reside en “la nube”, por lo tanto, los datos viajan en internet a diversos servidores que los procesan e interpretan. “Técnicamente los datos son ‘observados’ por terceros. Entonces, si el fabricante y los padres no toman las medidas necesarias, seguirán los problemas”, prosigue el informe.
Y esto genera inconvenientes a la hora del vínculo entre los niños y estos juguetes, pues en su inocencia difícilmente puedan percibir que todo lo que están haciendo o diciendo puede ser escuchado o visto por otros, entre ellos piratas informáticos.
Pero claro, el trabajo duro una vez más pasa a ser de los padres, pues si toman medidas de control los juguetes no deberían grabar a los niños hasta que se haya dado una aprobación.
Los padres deberían estar controlando lo que sus hijos consumen y realizan cuando juegan. Y quizás este tipo de cosas puedan dejar de manifiesto la necesidad de que los padres se involucren más en el juego de sus hijos, que estén con ellos, que los acompañen.
Por ende, tomar la iniciativa y evitar que los juguetes terminen siendo más inteligentes que los propios padres.
Hoy celebramos a...