Rita Pavone, Emma Bonino, religiosas en un monasterio, una muchacha que rechazó el aborto,… Pensaron que se trataba de una broma Las llamadas telefónicas más improvisadas y especiales del papa Francisco. Cuenta sobre ello Rosario Carello en Los abrazos del Papa Francisco (Ediciones San Pablo).
El imprevisible Papa levantó la bocina para dirigirse a niños, religiosas, sacerdotes, mamás y papás, pero también a personajes conocidos cercanos y lejanos a la Iglesia.
1. Anna, madre soltera
Anna es una muchacha feliz de 35 años. Un día se queda embarazada de su novio que, repentinamente, decide que no reconocerá al niño que lleva en el vientre y le pide que aborte. Anna dice que no, él la deja y huye.
En ese momento, la mayor oscuridad de su vida, se sienta frente a la computadora y le escribe al Papa. Le cuenta qué es, qué ha sido, para ella el amor. Pero también qué es el abandono, qué es la soledad.
La llamada telefónica
Y cuando a principios de septiembre de 2013 suena el teléfono, Anna ya ha decidido tener al niño.
Anna: “¿Hola?”
Papa Francisco: “¿Hola, Anna? Soy el papa Francisco”.
Anna pensó que se trataba de una broma, luego el papa le hizo algunas referencias a la carta “que conozco sólo yo con mis padres y mi mejor amiga”, contó al Corriere della Sera.
Papa Francisco: “Anna, he leído lo que me has escrito. Quiero decirte que nosotros cristianos nunca debemos perder la esperanza, nunca”.
Anna: “Santidad, estoy conmovida, y le agradezco tanto. Desde el día en que le escribí han cambiado muchas cosas, me cuestioné mucho, he sido muy amada y quisiera hacerle una pregunta”.
Papa Francisco: “Dime”.
Anna: “Yo traeré al mundo a este niño y lo haré sola porque su papá se ha ido. Y también estoy divorciada. Pero me gustaría mucho que mi hijo fuera bautizado. A pesar de mi situación, ¿es posible?”
Papa Francisco: “Yo lo bautizaré”.
La agencia Zenit asegura dos cosas: que quien bautizó a ese niño al final fue el mismo Papa y que Anna le dio el nombre de Francisco.
2. Rita Pavone y el nuevo disco
Rita Pavone tiene el nuevo disco en la mano. Lo mira, lo vuelve a mirar, y un pensamiento empieza a hacerse camino: ¿se lo mando al papa Francisco? Es un disco especial, contiene una pieza de gospel, “que puede dedicarse a Dios, a la belleza y a la creación”, dice. Pero el verdadero motivo es que le gusta al papa Francisco.
Al final se lo manda al Papa y él responde cordialmente con una carta: “Decía: “Yo me acuerdo de usted, le agradezco el disco. Respecto al concierto de Navidad ya no lo organizamos por concentrarnos en iniciativas pastorales”, y en mi opinión hace muy bien”, comenta Rita a Tv 2000, “y luego decía: “Me gustaría que viniera a la audiencia con su familia”.
En la parte inferior había un número de teléfono al que le llama diciendo que le encantará estar presente en la audiencia.
La llamada telefónica
“En la vigilia de Navidad de 2013 suena mi celular y veo que era un número anónimo. Y me enojé, porque dije: todos tienen mi número, y cuando me llaman lo tengo oculto. De cualquier manera respondí”.
Rita: “¿Hola?”
Papa Francisco: “Hola, ¿la señora Pavone?”
Rita: “¿Quién habla?”
Papa Francisco: “Soy el papa Francisco”.
Rita: “Si es una broma, es realmente de muy mal gusto”.
Papa Francisco: “No señora, soy el papa Francisco”.
“E hizo algunas referencias a la carta y entendí que no podía ser más que él”.
Rita: “Santidad, es un honor”, le dije, “estoy emocionada, todos los años voy a Lourdes, porque creo y porque en un momento de mi vida sé que he sido agarrada de los cabellos y salvada”…
Papa Francisco: “Me gustaría mucho verla”.
Rita: “¿Puedo llevar conmigo a mi familia?”
Papa Francisco: “Absolutamente sí”.
El Papa Francisco y Rita Pavone se despidieron, intercambiándose felicitaciones de Navidad. El 12 de febrero de 2014 fue a la audiencia en el Vaticano junto a su marido y su familia.
3. Rosario, padre atormentado
A Rosario Mulone y a sus hijos Carmelo y Laura les gustaban los volcanes de la reserva de Macalube, en la provincia de Agrigento.
Pero cuando fueron a verlos sucedió un imprevisto. Una columna de barro caliente salpicó desde lo alto, el efecto fue el de una bomba que arrolló a todos. Rosario, un carabiniere, de dos metros, se salvó con dificultad. Los niños no lo lograron. Esos dos hijos tan esperados después de siete años de matrimonio.
El capellán de los Carabinieri de la región de Sicilia les dio una idea a él y a su esposa: contar la historia en una carta al papa Francisco. Y así escribieron al pontífice. Pasaron menos de veinte días y llegó una llamada telefónica.
La llamada telefónica
Rosario: “¿Hola?”
Papa Francisco: “¿Hola, familia Mulone? Soy el papa Francisco”.
Rosario pensó que era una broma. Luego se dio cuenta de que no era así.
Papa Francisco: “Recibí su carta, quería decirles que estoy sin palabras, me ha impresionado mucho”.
Rosario: “Santidad, le agradezco”.
Giovanna: “Pero ¿por qué? Santo Padre, ¿por qué Dios me los ha dado, a Laura y a Carmelo, me los ha dado tras siete años, y luego me los ha quitado y me los ha quitado así?”.
Papa Francisco: “Señora Giovanna, no existe una respuesta. No lo entiendo ni siquiera yo. Lo entenderemos un día, cuando estemos allá, cuando estemos todos juntos. Puedo decir, sin embargo, que ya el hecho de preguntárselo es una oración”.
Rosario: “Santo Padre, nos gustaría verlo, recibir una bendición de usted en persona. ¿Es posible?”
Papa Francisco: “Nos veremos sin duda, le llamaré nuevamente y escogeremos juntos la fecha”.
Papa Francisco volvió a llamar dos veces a la familia para saber con certeza la fecha de la audiencia a la que irían. Rosario y Giovanni escogieron el 27 de diciembre, a tres meses exactos de la muerte de sus hijos.
4. El estímulo a los detenidos
No hay informes, pero en una ocasión las palabras del papa Francisco se filtraron. El 28 de agosto del 2015 Bergoglio llamó a un instituto penitenciario de La Plata, en Argentina. Se dirigió a los ciento setenta jóvenes recluidos en la unidad 45, que escuchaban en directo sus palabras difundidas por grandes altavoces.
La llamada telefónica
“Me han hablado muy bien de ustedes”, fue el saludo, “del gran deseo que tienen de seguir adelante, de seguir luchando. Recuérdenlo, no hay cosa peor que un joven que sea un jubilado antes de tiempo. La vida necesita de todos ustedes. Todos tenemos problemas y hemos tenido problemas, pero sepan siempre que los problemas existen para superarse, y no para dejarse aplastar por ellos. Un joven debe siempre mirar el futuro con esperanza, alegría, con la cara siempre alegre, nunca triste”.
Una llamada de teléfono de tres minutos, al final de la cual, como siempre, pidió que rezaran por él.
5. “Emma no se rinda”
Emma Bonino en 2015 estaba en tratamiento por un tumor en el pulmón izquierdo. Diez días antes de la Jornada Mundial por la Paz en la plaza San Pedro recibió una llamada telefónica inesperada. El Papa Francisco se prodiga para ver cómo está.
La llamada telefónica
“He recibido una llamada muy inesperada, y sumamente grata, de Su Santidad el Papa Bergoglio. Se informó sobre mi salud, hablamos brevemente, animándome a no rendirme, cosa que estoy haciendo con todas mis fuerzas. Luego hablamos de los migrantes, de la pobreza, del Mediterráneo y le dije a Su Santidad que nuestros jóvenes deberían ser acompañados a visitar algún buen museo, que además tenemos, de emigración italiana, y verían la mismas caras, los mismos ojos, las mismas esperanzas y la misma determinación”.
Emma y el papa Francisco hablaron luego de África y de las mujeres. “Le recordé que los migrantes si acaso logramos acogerlos, los metemos en la cárcel y las cárceles están llenas, de hecho. Una llamada, digamos incluso afectuosa, entre una “cerea” inicial y una “cerea” final (Emma Bonino es piemontesa como la familia de Bergoglio, y “cerea” es el saludo tradicional en dialecto).
Me repitió que aguantara. Le respondí: “Santidad, hierba mala nunca muere, y decía mi mamá que yo soy hierba buena pero resistente”. Ciertamente el papa Francisco no sólo me ha consolado, sino que me ha alentado”.
6. La religiosa de la Tierra del Fuego
La religiosa Teresa di Mauro vive en Casal di Principe, en la provincia de Caserta junto a las religiosas de la congregación de las Hijas de Santa Ana. Trabaja en una escuela en la que recogió las tarjetas de todos los niños que han perdido a sus seres queridos a causa de enfermedades debidas a la contaminación de la Tierra del Fuego.
“En septiembre del 2013 llevé ciento cincuenta tarjetas como esta a Roma. Añadí un mensaje y mi número de teléfono y luego una hermana entregó todo en Santa Marta, al Papa. No pensé más. Dos meses después estaba en clase. Sustituí a nuestra profesora que debía operarse de un tumor en la cabeza. Y sonó el teléfono”.
La llamada telefónica
Hermana Teresa: “¿Hola?”
Papa Francisco: “¿Hola? Soy el papa Francisco”.
Hermana Teresa: “¿El Papa?”
Los niños entendieron, y comenzaron a hacer un gran alboroto: “¿Es el Papa? El Papa está llamando a la hermana. ¿Sor Teresa realmente es el Papa?”
Hermana Teresa: “Santidad no oigo bien, hable más alto. ¿Pero es usted? Niños, silencio”.
El Papa Francisco ríe.
Hermana Teresa: “Santidad si es usted realmente, llámeme esta noche, cuando no haya nadie, que hablo con más silencio”.
Papa Francisco se ríe, luego se queda serio: “Les agradezco a los niños sus tarjetas y sus mensajes. Rezo por ellos, por todos ustedes y por las familias”.
Una llamada telefónica que encendió los faros en Casal di Principe y la Tierra del Fuego. De hecho, apenas se difundió la noticia, llegaron aquí, de todo el mundo, cientos de periodistas, repito: de todo el mundo.
7. La cartita de Francisco María
Querido Papa Francisco:
Me llamo Francisco María, este año me confesé por primera vez.
Te escribo de Mendicino, en la provincia de Cosenza, porque necesito tu ayuda.
Mi tía está mal, está muy grave en el hospital. Reza por ella.
Reza para que esté todavía junto a mí. La quiero mucho y no quiero perderla.
Pasaron sólo cuatro días de la carta que el pequeño envió al Papa, cuando una tarde a las 18h sonó el teléfono de casa.
La Mamá: “¿Hola?”
Papa Francisco: “¿Hola? Buenas tardes. Quisiera hablar con Francesco María”.
La Mamá: “Disculpe, ¿pero quién es usted?”
Papa Francisco: “Soy el papa Francisco, señora”.
La mamá apenas podía encontrar las palabras para saludarlo y agradecerle, y llamó enseguida a Francisco, que cuando entendió que en el teléfono estaba el Papa, se emocionó. Hizo tanto, buscó el mail, escribió la carta, creyó tanto y ahora estaba helado, con el teléfono en la mano. “Francisco, saluda al papa”, lo animó la mamá.
Pero nada que hacer. Así que fue ella quien tomó la bocina.
La mamá: “Santo Padre, Francisco María se ha emocionado…”.
Papa Francisco: “Qué nombre tan bonito tiene. ¿Por qué se llama así? ¿Por qué también María?”.
La mamá: “Porque fue bautizado en el año mariano parroquial, y todos los niños de ese año, como signo de confianza en la Virgen, recibieron su nombre. Y a Francisco le gusta mucho”.
Papa Francisco: “¿Cuántos son de familia?” ¿Y la tía cómo está? ¿De qué está enferma?…”.
El papa se entretuvo sin prisa por lo menos veinte minutos.