Misa con las personas que viven en situación de precariedad Durante la Misa en el Jubileo de las personas en situación de precariedad, Papa Francisco alertó ante “los que utilizan el nombre de Dios para asustar, alimentar divisiones y temores”. Su homilía estuvo basada en el Evangelio del día: “os iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas» (Ml 3,20) y las palabras del profeta Malaquías.
#PapaFrancisco: Para los pobres de sí mismos pero ricos de Dios, amanecerá el sol de su justicia https://t.co/mI6UpB3cBV pic.twitter.com/kVsJ5zifb5
— Aleteia (@AleteiaES) November 13, 2016
“La lectura de esta última página del Antiguo Testamento suscita preguntas que nos interrogan sobre el significado último de la vida: ¿En dónde busco mi seguridad? ¿En el Señor o en otras seguridades que no le gustan a Dios? ¿Hacia dónde se dirige mi vida, hacia dónde está orientado mi corazón? ¿Hacia el Señor de la vida o hacia las cosas que pasan y no llenan?”, afirmó Papa Francisco.
El Evangelio habla de conflictos, hambre, convulsión en la tierra y en el cielo, pero: “Jesús no nos quiere asustar, sino advertirnos de que todo lo que vemos pasa inexorablemente”, afirmó el Pontífice.
“El que sigue a Jesús no hace caso a los profetas de desgracias, a la frivolidad de los horóscopos, a las predicciones que generan temores, distrayendo la atención de lo que sí importa” y pidió distinguir: “lo que viene de Él y lo que viene del falso espíritu”.
En la segunda parte de su homilía, Papa Francisco hizo alusión a la exclusión: “La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios”.
Papa Francisco mandó un mensaje a los que viven en precariedad y hoy celebran el Jubileo: “Cuánto mal nos hace fingir que no nos damos cuenta de Lázaro que es excluido y rechazado (cf. Lc 16,19-21). Es darle la espalda a Dios”.
“Un síntoma de esclerosis espiritual es cuando el interés se centra en las cosas que hay que producir, en lugar de las personas que hay que amar”, explica el Papa: “Así nace la trágica contradicción de nuestra época: cuanto más aumenta el progreso y las posibilidades, lo cual es bueno, tanto más aumentan las personas que no pueden acceder a ello. Es una gran injusticia que nos tiene que preocupar, mucho más que el saber cuándo y cómo será el fin del mundo”.
Finalizó su intervención haciendo una petición concreta: “Que nos aparte de los oropeles que distraen, de los intereses y los privilegios, del aferrarse al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo. Que el Señor nos conceda mirar sin miedo a lo que importa, dirigir el corazón a él y a nuestros verdaderos tesoros”.