Pese a no ser un gran éxito, Jack Reacher dio los suficientes dividendos como para que Tom Cruise haya querido volver al personajeA pesar de que Ethan Hunt continúa siendo el puntal sobre el que, en las dos últimas décadas –e incluso tras el resbalón profesional que supuso el famoso incidente del sofá en el programa televisivo de Oprah Winfrey–, se ha sostenido la carrera como intérprete de Tom Cruise, su implicación en la primera Jack Reacher se diría una especie de reacción, de contramovimiento, respecto a la franquicia Misión: Imposible. No tanto por la dimensión de los espectáculos que ofrece cada una de ellas como por el rol heroico que juega el propio actor, mucho más a ras de suelo, más proletario –y que, por otro lado, encaja de forma más natural con su proceso de envejecimiento–, en la adaptación de la serie de novelas de Lee Child.
Reacher, tal y como lo desarrolló Christopher McQuarrie en su primera adaptación cinematográfica, es una versión contemporánea de los héroes itinerantes de western, y eso es algo que Edward Zwick respeta a rajatabla en la secuela que es Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás… De hecho, no sería difícil establecer concomitancias argumentales respecto a Raíces profundas.
En el fondo, no importa la conspiración que mueve los antagonistas a perseguir al personaje de Cruise y a su partenaire, la comandante Susan Turner (Cobie Smulders), sino que genera una animadversión entre ambos grupos y los mantiene en movimiento, en una huida/persecución constante que es la que da forma a la mayor parte de los 118 minutos de metraje.
De hecho, pese a lo que pueda dar a entender su duración, Nunca vuelvas atrás no se anda por las ramas, sino que va constantemente al grano, definiendo a los protagonistas en movimiento, y desarrollándolos en función de sus acciones y, sobre todo, de sus reacciones. Todo un ejercicio de concreción narrativa para un director como Zwick, acostumbrado a los relatos épicos, grandilocuentes, y que aquí sabe adaptarse con bastante eficacia a la línea marcada por McQuarrie en la primera aventura del personaje.
Cierto es que los enfrentamientos físicos no son tan intensos ni tan vibrantes como en Jack Reacher –lógico, teniendo en cuenta que el director de segunda unidad y coordinador de acción de aquélla, Paul Jennings, ha sido relevado en esta ocasión por Wade Eastwood–, pero tienen una fisicidad y una (consciente) falta de espectacularidad muy de agradecer en el contexto actual del cine de acción.
Pero quizás lo más interesante de Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás sea que, pese a ser solamente la segunda entrega de la franquicia, y gracias a la veteranía de Cruise, puede permitirse explorar ya no solamente el cansancio del héroe, sino también las consecuencias de su camino, desde la soledad hasta las posibles derivaciones inesperadas de sus puntuales affaires, que aquí toman la forma de una supuesta hija de Reacher, Samantha (Danika Yarosh).
Y es, precisamente, la habilidad del actor para expresar melancolía, incluso dolor, dentro de un personaje tan pétreo como Reacher, lo que enriquece un largometraje que no pretende nada más (ni nada menos) que contar una narración hardboiled de la vieja escuela, sin rellenos, sin zarandajas, dejando al aire una estructura férrea y muy bien construida por Zwick junto a sus dos coguionistas, Richard Wenk y Marshall Herskovitz.