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El Papa y la parábola de la samaritana y el refugiado sin zapatos

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 26/10/16
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El Pontífice cuenta parábola moderna conmovedora en pleno jubileo de la misericordia[protected-iframe id=”0ad066c711050d38c735521d3ba74640-95521297-93006586″ info=”https://player.vimeo.com/video/188983803″ width=”640″ height=”360″ frameborder=”0″ webkitallowfullscreen=”” mozallowfullscreen=”” allowfullscreen=””]

“Hace algunos días, sucedió una historia pequeña en la ciudad. Había un refugiado que buscaba una calle y una señora se acercó: ‘¿Qué busca?’, preguntó. Ese refugiado estaba sin zapatos”, contó el papa Francisco ante 25 mil fieles y peregrinos presentes en una gris e invernal plaza de San Pedro este miércoles 26 de octubre de 2016 durante la audiencia general.

En la catequesis sobre la misericordia, Francisco sorprendió contando una parábola urbana y real de una mujer italiana de origen armenio, pueblo que ha sufrido históricamente la persecución; y su encuentro con un refugiado sin zapatos desorientado en una calle de Roma en pleno Jubileo de la Misericordia.

“Él le respondió: ‘Yo quiero ir a San Pedro para entrar por la Puerta Santa. La Señora pensó: – ‘Pero, está sin zapatos ¿Cómo podemos ir sin zapatos caminando?’ – Entonces, llamó un taxi”.

El Obispo de Roma, al margen de las hojas preparadas, prosiguió: “El chofer del taxi no quería que el refugiado subiera, pues olía fatal. Al final lo dejó subir y la señora lo acompañó”.

Ella le preguntó sobre su historia de refugiado y emigrante. En el camino de diez minutos hasta llegar aquí (a San Pedro). Él le contó su historia de dolor, de guerra, de hambre y por qué había huido de su patria para emigrar.

Cuando llegaron, la Señora abrió su bolso para pagar el servicio al taxista. El chofer, que al inicio no quería que el inmigrante subiera porque olía muy mal, le dijo: ‘No, Señora, soy yo quien le debo pagar a usted por qué he escuchado una historia que me ha cambiado el corazón’.

Esta Señora sabía lo que era el dolor de un emigrante por qué tenía la sangre armenia y conocía el sufrimiento de su pueblo.

Cuando hacemos algo así, sentimos incomodidad, ¡huele mal! Al final la historia nos perfuma el alma para cambiar. ¡Piensen en esta historia! ¡Pensemos en qué podemos hacer por los refugiados!”, dijo el Papa.

De esta manera, el papa Francisco continuó la serie de catequesis sobre la misericordia en relación al tema de la meditación: “Acoger al extranjero y vestir quien está desnudo” (cfr Mt 2, 13-15).

Al final, reiteró que “el compromiso de los cristianos es urgente. Todos tenemos el deber de acoger al hermano que huye de la guerra, el hambre o la violencia y estamos llamados a salir al encuentro del que sufre para llevarle el abrazo y la misericordia de Dios”.

“Pidamos al Señor la gracia de abrirnos al hermano, a acogerlo, para poder restituirle la dignidad que, en muchos casos, ha perdido por los abusos, el egoísmo, la criminalidad, así nuestra vida será fecunda y nuestras sociedades recuperarán la paz. Dios los bendiga”.

La Audiencia General se concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.

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