“La Casa” es una comunidad que propone caminos que surgen de historias muy difíciles. Y ayuda encontrar un equilibrio consigo mismo y la fe¿Estás separado o divorciado y quieres comenzar un camino de acercamiento con Dios porque lo sientes lejano de tu vida?
Te sugerimos un recorrido espiritual vivido por “La Casa”, una comunidad de Bergamo (Italia), que sigue a personas separadas y divorciadas, procedentes a menudo de experiencias traumáticas. Porte Aperte (Editorial Ancora) cuenta este recorrido espiritual a cargo de don Eugenio Zanetti, fundador de “La Casa”. Una experiencia que podría servir a todas las diócesis del mundo.
“Hemos intentado hacernos compañeros de viaje de estos amigos; a veces estándoles detrás, para apoyarlos; a veces estando a su lado, para compartir sus pasos; a veces poniéndonos delante, para darles esperanza – explica don Eugenio – así la Iglesia de Bergamo desde 1997 ha comenzado un camino de acompañamiento dando vida al grupo “La Casa””.
En esta comunidad, personas que viven un momento particular de su existencia intentan acercarse nuevamente a Dios. Con el objetivo de encontrar la fe perdida o puesta en discusión tras el alejamiento con su pareja y la esperanza de encontrar un equilibrio consigo mismas.
Hemos articulado ocho “etapas”, ocho sugerencias de esta experiencia que normalmente se desarrollan en el arco de un trienio.
1 – La oración
La oración es la palabra clave sobre la que gira todo el recorrido. “Cuando hace veinte años partimos con esta aventura – subraya Eugenio – lo primero que pensamos fue en la “oración, momentos de encuentro con la Palabra de Dios y la invocación de su ayuda, de intimidad con el Señor. A decir verdad los mismos amigos de “La Casa” a menudo nos confesaban que habían encontrado precisamente en la oración personal un ancla de salvación”.
2 – La consulta para la nulidad
En la fase inicial la consulta canónica es un momento crucial. Un experto ofrece su opinión, explicando si hay o no elementos suficientes para introducir una causa de nulidad matrimonial.
Algunas veces la respuesta es positiva y entonces se indican los pasos sucesivos para empezar una causa de nulidad o de disolución. Otras veces es interlocutorio, en el sentido que no surge la claridad suficiente a causa de la falta de colaboración de uno de los cónyuges o por la dificultad de recoger documentación o testimonios necesarios; en estos casos se termina aconsejando una mayor profundización con algún otro especialista o abogado eclesiástico. Pero la mayoría de las veces el éxito de la primera consulta es negativo.
3 – Camino personal
Luego se entra en el camino personal acompañado por un guía espiritual, con eventuales intervenciones de especialistas (psicólogos o consejeros), con el objetivo de entrar directamente en la vivencia de la persona, examinando el pasado, aprovechando el desarrollo en curso, los pasos realizados o a realizar, las ayudas espirituales necesarias o posibles (incluidos los sacramentales). “Esto nos parece el ámbito que en Amoris laetitia se llama camino “en el fuero interno”, afirma don Eugenio.
Se debe favorecer el surgimiento de la verdad de los hechos. Y esto, tanto concretamente como en los reflejos emotivos. El surgimiento de la verdad de los hechos requiere tiempo y paciencia. Por eso el trabajo sigue preguntando: “¿Qué heridas piensas que has tenido? ¿Qué heridas piensas que has hecho”.
4 – Itinerarios de Grupo
Al final del camino personal, se propone a la persona divorciada o separada un itinerario de grupo, para dar una orientación más estable a su vida en la dirección de la fiel permanencia en la opción matrimonial, aunque ya no viva con el cónyuge.
Y para ello se proponen encuentros de oración colectivos con momentos de acogimiento y de saludo, sobre todo de los recién llegados, y luego hay un momento de recogimiento en la capilla y se inicia siguiendo una pista preparada por los sacerdotes o los diáconos animadores. Se trata de un folleto con la indicación del tema de la tarde, algún canto, alguna oración, pero en el centro de todo un pasaje de la Palabra de Dios, comentada por quien preside a veces en diálogo con los participantes.
5 – Nosotros y la Palabra de Dios
La última parte del encuentro de oración, subraya don Eugenio, “está dedicada a compartir lo que la Palabra de Dios ha suscitado en nosotros. Se reúne en una habitación cerca de la capilla y con gran sencillez y libertad cada uno le ofrece a los demás lo que el Espíritu ha suscitado en su corazón”.
6 – El camino de la felicidad
La parte crucial del recorrido está marcada por una apertura de la persona separada o divorciada. En los encuentros está llamada a contar una historia de amor que narra desde el enamoramiento, luego el tiempo del matrimonio y de la crisis, hasta la ruptura de la relación. Esto permite una identificación y, por lo tanto, la posibilidad de releer la propia historia con otra perspectiva y en grupo.
El objetivo más importante es lograr captar y desarrollar dentro de la vivencia el deseo que habita en la existencia humana, y cuál es esa aspiración que mueve hacia una promesa de bien y de felicidad.
7 – El perdón
El objetivo del tercer año, que es el último, es madurar una nueva y más auténtica capacidad de amar, que comprende un sincero camino de reconciliación y una generosa disposición al servicio de los demás.
El primer paso es el de la reconciliación, primero que nada, consigo mismo (la capacidad de perdonarse) y luego la reconciliación con los demás, por ejemplo con el ex cónyuge (también este perdón es importante porque pone a la persona cristiana y humanamente en una profunda pacificación interior); además, o quizá sobre todo, está la reconciliación con Dios, con el cual se puede haber creado una cierta distancia o una ruptura verdadera y propia frente a una presunta falta de ayuda en los momentos de dificultad.
8 – El servicio
Vivir reconciliados constituye el deseo profundo de cualquier persona. No es algo facultativo, ocasional, temporal, sino constitutivo de la persona misma.
Después del perdón, el segundo paso es la capacidad de servir. Atravesar la prueba y aprender de ella puede realmente cambiar a la persona, también porque la persona entra en contacto más profundamente consigo misma, con el otro y con Dios. Aquí se dispara la renovación interior, el discernimiento se encamina a la conclusión con una persona que ha decidido pasar página y comenzar nuevamente desde Dios y desde un equilibrio interior renovado.