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Al entrar a la catedral de Munich, la Frauenkirche, se puede ver una huella, en un punto específico del ingreso a la nave. Esa huella es conocida como "la pisada del diablo"; y alrededor de ella se ha tejido una historia que tiene al propio arquitecto de la catedral, Jörg Von Halsbach, como protagonista.
La leyenda cuenta que Halsbach, al recibir el encargo de la construcción de la catedral de Munich, hizo un pacto con el diablo. Si este no intervenía en la construcción de la catedral causando accidentes que retrasasen la obra, él construiría una catedral sin ventanas. De no lograrlo, Halsbach le entregaría su alma.
El diablo, por supuesto, aceptó de buena gana el trato, pues construir una catedral sin ventanas es como construir un auto sin ruedas, digamos.
Así, Halsbach logró terminar la catedral en apenas 20 años, lo cual es excepcional si tomamos en cuenta que una catedral podría tardar varias generaciones en concluirse.
Al estar terminada, el diablo se asomó a la entrada (el demonio no puede entrar al interior de la catedral, por razones obvias) y no pudo ver ninguna ventana. El ventanal del fondo estaba cubierto por un inmenso retablo; y Halsbach había dispuesto las columnas internas de la catedral de tal manera que, desde ese punto, no dejaran ver ninguna ventana.
El diablo se fue del sitio engañado y frustrado, dejando su huella precisamente en el punto en el que las ventanas no pueden divisarse.