Señores, hay cosas mejores que hacer antes que ver esta comedia basuraEste es un producto típico y tópico de la nueva comedia americana (NCA). Nada nuevo en el horizonte. Cumple todas la normas de ese género que nos dio por llamar así, esas cintas de caca-pedo-pis, con niñatos cachas inmaduros y salidos que sueltan groserías; con líos banales y sexo descarado y gratuito, y con apología del consumo feliz de alcohol y narcóticos. Un recorrido iniciático sexual y superficial hacia ninguna parte.
La nueva comedia americana es una vuelta a lo establecido a partir de la chorrada. Ojo: no es un motín al orden, no hay nada de programático; se trata solo de plantear la vida y la juventud como ordinariez. Habría que preguntarse si es adecuado llamarla comedia.
La película se presenta dentro de esa última tendencia a basarse en historias reales. Como si esto la legitimase… Necesitamos historias de verdad, que nos levanten el ánimo. Pero aquí decimos lo contrario. Todo vale. Me río de todo, lo banal es lo auténtico. Jake Szymanski, director de la propuesta, presenta la anécdota que inspira el film como digna de consumo La comedia (llámenle bazofia) se basa en la historia real de los hermanos Mike y Dave Stangle. En 2013, los mendas se anunciaron para encontrar a dos chicas que pudiesen llevar a la boda de su prima.
En esas estamos, y sin muchos cambios: dos hermanos fiesteros, y casi trogloditas, deciden hacer caso a sus padres, que les recriminan no madurar y llevar al traste todas las fiestas familiares. Objetivo: no estropear la boda hawaiana de su hermana pequeña.
Convencidos de enmendarse, Mike (Adam Devine) y Dave (Zac Efron) ponen un anuncio en Internet para buscar a chicas perfectas y modosas. Las elegidas son Alice (Anna Kendrick) y Tatiana (Aubrey Plaza), correctas en apariencia. Pero Hawái y el decoro no casan, y las dos chicas son unas mozas fuera de sí, el culmen de la liberación sexual que buscaban correrse un viaje de juerga padre. Las mentiras y estrategias de las jóvenes, no molestan a los hermanos, que acabarán teniendo en ellas las socias perfectas para la farra y el libertinaje.
El resto lo imaginan: gags y más gags tontos, sexuales, burdos, y soeces que llevarán al clímax esperado, la destrucción de la boda y del amor. Divertirse o morir. Funny or Die. Pero como es norma en el género, el cuarteto del mal enmienda la plana y consigue provocar llanto y moco, y solucionar el final, siempre dentro de sus límites burdos. Nada nuevo, como hemos dicho.
En el fondo, hay una cierta deconstrucción del cuento de Cenicienta, con príncipe buscando pie para el zapato, y carroza convirtiéndose en calabaza. Pero no queda nada de la verdad de los cuentos. Se presenta el mal sin mal; todo drama acaba en chorrada. La vida pasada por la freidora de la nueva comedia acaba siendo nada. Nihilismo festivo presentado como propuesta para la vida.
Vamos a decir la verdad: lo moderno no es esto, y la cinta huele a pasada de moda. No hay ya nada esnob en los tópicos de la cinta. Tiene toda la pinta de esos jóvenes sin horizonte ni apertura a nada ni a nadie. Tiene toda la caspa de esa población orgullosa de su propia medida, a la que le importa un rábano todo. Esto no es nuevo ni es comedia. Ni es una forma inteligente de hacer nada.
Hay mucho del gag pasado de vueltas de Saturday Night Live, de donde procede Jake Szymanski. Cierto. Pero hay mucho más del mal gusto de Funny or Die, la página web de gags y memes donde el director se explaya. Szymanski ha perdido todo su saber por el camino, y la cinta no tiene nada del falso documental televisivo 7 Days in Hell (HBO). La propuesta no aguanta una película. Es mecánica y repetitiva, NCA realizada a ciclostil.
Si hay que entretener hasta morir, la hilaridad de Miky y Dave es un recurso bueno, con lo tonto como guía. Cine palomitero que, mientras te distrae, puede atragantarte con la risa tonta. Si es que nos reímos. Y si lo hacemos y llegados a este punto, preguntémonos por qué.