La visión “progre” de la liberación sexual marca HBO ya es tan “políticamente correcta” que aburre…Otro producto típico de la factoría televisiva de Shondaland, productora fundada por Shonda Rhimes, la que ha sido considerada por el mismísimo Obama como la dueña del primetime de los jueves en Estados Unidos. How to get away with murder (2014-), traducida al castellano como Cómo defender a un asesino, pese a que literalmente sería más bien Cómo salir impune, no es creación de Shonda, sino de Peter Nowalk, uno de sus colaboradores habituales en la infinita Anatomía de Grey (2005-) y en otro éxito como Scandal (2012-).
En la mayoría de las ficciones seriales que Shondaland prepara para ABC hay una clara defensa de determinados valores progresistas que antaño fueron rompedores, pero que hoy son ya políticamente correctos. En cuanto al retrato de la protagonista, prácticamente siempre una mujer, hay una opción clara por potenciar el estereotipo emancipado, con comportamientos orientados al individualismo tanto en lo referente a la sexualidad como al trabajo.
La protagonista en este caso es Annalise Keating, una abogada penalista afroamericana que da clase de derecho en la prestigiosa y ficticia Middleton University. Como parte de su exigente asignatura invita a los mejores cinco alumnos de primero a trabajar en su bufete casero, junto a su equipo, formado por la abogada Bonnie Winterbottom y el investigador Frank Delfino.
La serie nos cuenta, además del típico caso por capítulo al que estamos acostumbrados en series de abogados como The Good Wife (2009-2016), una peripecia que atraviesa toda la temporada en la que los presuntos criminales no son ya los clientes de turno sino, en una especie de continuo CLUEDO, alguno de los integrantes del selecto grupo de aspirantes a juristas junto a sus tres retorcidos mentores.
Vemos cómo la astucia de Annalise y sus conocimientos de la acción y la investigación criminales no solo le sirven para defender a acusados con una efectividad del 100%, sino también para salir impune de cualquier situación.
En este sentido, la apuesta que hace el guion es innovadora y estimulante. Consiste en mezclar la figura del antihéroe psicopático borderline, tan común en la serialidad televisiva con Walter White de Breaking Bad (2008-2013), Dexter (2006-2013) o Hannibal (2013-2015), con la de la mujer profesional brillante típica de Shonda.
Con esa idea, se moldea a Annalise Keating, de la mano de una interpretación maestra de Viola Davis, como una especie de Jekyll y Mr. Hyde que oscila entre la impoluta fachada de abogada elegante e imparable de alto standing y la sociópata depresiva sin máscara ni peluca capaz de las más miserables argucias propias del pasado de gueto y violencia en el que se crio.
Inadvertidamente, episodio tras episodio, la teleserie se hace repetitiva. Parece que no se confía en la memoria y el interés de la audiencia y se abusa del flash-back del asesinato que alimenta la trama central, montándolo innecesariamente varias veces en cada capítulo. Uno acaba pensando que habría que practicar un poco más aquello de David Simon de que “fastidien al espectador medio”.
Por último, la serie aprovecha otra de las vetas que hizo famosa y comercial la fórmula HBO, el abuso de la sexualidad facilona, promiscua, multisexual y a flor de piel de todos los personajes en todos los capítulos, convirtiéndose esta por lo menos en el segundo móvil más importante en la vida de los protagonistas, después del de evitar ser atrapados por la policía, claro.
En suma, una historia bien construida cuya tercera temporada se está emitiendo. Si lo que se busca es entretenimiento y mentalidad dominante es una elección fantástica.