La declaración de Quito adoptó la Nueva Agenda Urbana para los próximos 20 añosBajo el lema “El Cambio nace en el corazón del mundo” concluyó la Conferencia Mundial Hábitat III, sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, celebrada en Quito, Ecuador y con la asistencia de 45,000 personas de todas partes del planeta.
La parte conclusiva del Encuentro que durante cuatro días reunió a delegaciones de los 193 países que conforman la Organización de Naciones Unidas, fue la adopción de la Nueva Agenda Urbana contenida en la “Declaración de Quito”.
En este importante documento se ratifican las líneas de la nueva agenda urbana que deberán cumplir los gobiernos en el esfuerzo global por erradicar la pobreza y elevar los estándares de vida a nivel mundial. En una apretadísima síntesis de los temas tratados en la Conferencia, se desprende el hecho de que más de la mitad de la población mundial vive en asentamientos urbanos que crecen rápidamente y la mayoría, sin planificar, sobre todo en países en vías de desarrollo.
Uno de los conceptos novedosos es el derecho a la ciudad, lo que implica que las ciudades deben ser consideradas como bienes públicos, a las cuales tienen derecho todos los ciudadanos en el marco de seguridad y el acceso a espacios públicos.
La Nueva Agenda Urbana se compone de 175 párrafos que guían a los Estados miembros y partes interesadas sobre temas urbanos. Promueve conceptos y lineamientos para que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Alrededor de 3,500 millones de personas viven en ciudades, 55 por ciento de la población mundial, pero se estima que en el 2050 habrá alrededor de 7,000 millones de personas viviendo en centros urbanos, según lo dijo Joan Clos, secretario general de Hábitat III.
Tomar en cuenta todas las realidades
De hecho, la Conferencia de Quito estuvo, exclusivamente, enfocada al desarrollo y planificación urbana de las ciudades, lo que motivó que hubiese algunas sugerencias de que el tema también tocara las realidades no urbanas, para extraer de ellas formas diferentes de vida en común.
Así lo expresó, por ejemplo, el secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), Mauricio López, al decir que en este tipo de encuentros “pareciera que en la discusión internacional se está dejando fuera la perspectiva de vida de los pueblos y comunidades tradicionales que nos enseñan otro sistema de vida, que plantean una identidad profundamente arraigada con su territorio y con una espiritualidad particular”.
Para López, “es necesaria una visión más amplia, una escucha más activa, atenta y seria a todas esas voces que van quedando excluidas de estos espacios (como Hábitat III), y que se rompa con la fragmentación del conocimiento”.
El secretario ejecutivo de Repam señaló que “se está realizando una respuesta desde la mirada del urbanismo y la vivienda, mientras por otro lado los relatores especiales de pueblos indígenas están denunciando violaciones todos los días, asesinatos de defensores de los pueblos y comunidades indígenas, lo que muestra realidades totalmente fragmentadas”.
Ver hacia el futuro del planeta
En este sentido es necesario recordar que el Papa Francisco, en su Encíclica “Laudato Si” subrayar que “el futuro del planeta depende de que estas poblaciones permanezcan en sus territorios y que toda discusión sobre el futuro sea tomándoles en cuenta a ellos”.
De igual forma se expresó el arzobispo de Huancayo, Perú, Pedro Barreto, vicepresidente de la Repam, quien consideró que para que las ciudades sean sostenibles se debe primero tener en cuenta el estilo de vida que se lleva en ella. porque “si se vive con el mismo ritmo de consumo, de producción actual, las ciudades no serán sostenibles”.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta, dijo el obispo peruano, es el fenómeno de la migración, pues al ritmo que va, no solamente en América Latina, sino en Europa, es insostenible. Hay que pensar en una ciudad habitable, sostenible que incluya también a aquellos que por diversos motivos, fundamentalmente por el sistema económico imperante tienen que dejar su entorno cultural, social y ambiental”, subrayó monseñor Barreto.
Con información de SIGNIS y de El Universo