«Les confieso que siempre tengo un poco de miedo al usar algunas expresiones comunes de nuestro lenguaje eclesial…». El Papa comenzó con estas palabras su discurso ante los que participaron en el congreso internacional de «Pastoral vocacional», promovido en el Vaticano por la Congregación para el Clero. «Es bello que hayan venido aquí desde muchas partes del mundo para reflexionar sobre este tema, pero, por favor, ¡que no acabe todo con un buen congreso!», dijo Francisco, quien exhortó a los obispos a no encerrarse «en la fortaleza segura de la casa parroquial de la sacristía o del grupo restringido de los “muy fieles”», sino a acompañar a las personas «sin apoderarse de su conciencia ni pretender controlar la gracia de Dios», sin «etiquetas» ni «superficialidad». También les recomendó estar atentos («sin ligerezas o superficialidades») para que entren a los seminarios personas que pueden volverse sacerdotes «maduros y equilibrados», pero sin «reducir la fe a un libro de recetas o a un conjunto de normas que observar».
El tema del congreso retoma el lema episcopal de Jorge Mario Bergoglio, de las homiías de San Beda el Venerable, quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribió: «Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vi Jesús a un publicano y, como lo miró con sentimiento de amor y lo eligió, le dijo: “Sígueme”). Recordando la particularidad de la misión de Jesús que «sale a las calles, se pone en camino, y va al encuentro de los sufrimientos y de las esperanzas del pueblo», el Papa centró su discurso en tres verbos que indican el dinamismo de toda pastoral vocacional: salir, ver y llamar.
Salir
La pastoral vocacional «tiene necesidad de una Iglesia en movimiento, capaz de ampliar los propios confines pero con la medida ancha del corazón misericordioso de Dios». El Pontífice instó a «salir de nuestras rigideces que nos hacen incapaces de comunicar la alegría del Evangelio, de las fórmulas estándares que resultan anacrónicas y de análisis preconcebidos que encuadran la vida de las personas en fríos esquemas. Y luego la invitación a los pastores de la Iglesia, «principales responsables de las vocaciones cristianas y sacerdotales», que también experimentaron el primer encuentro con Jesús, a que salgan y escuchen a los jóvenes y los ayuden a discernir y a orientar sus pasos.
Porque «estamos llamados a ser pastores en medio del pueblo —recalcó— capaces de animar una pastoral del encuentro y de emplear tiempo en recibir y escuchar a todos, especialmente a los jóvenes».
Ver
«Cuando Jesús pasa por las calles se detiene y cruza la mirada del otro, sin prisa», especificó el Obispo de Roma, recordando cómo hoy la velocidad y la prisa de la vida no dejan espacio al necesario silencio interior en donde «pueda resonar la llamada del Señor». «Es posible correr este riesgo también en nuestras comunidades», advirtió el Papa: pastores que por la prisa «corren el riesgo de caer en un vacío de activismo organizativo». En cambio, «la vocación», como indica el Evangelio, «inicia por una mirada de misericordia sobre mí».
«Es así que Jesús miró a Mateo». Y así debe ser la mirada de cada pastor: «atenta, sin prisa, capaz de detenerse y de leer en profundidad y entrar en la vida del otro sin hacerlo sentir jamás ni amenazado ni juzgado».
Llamar
«El verbo típico de la vocación cristiana», afirmó Francisco. «Jesús no hace largos discursos», explicó, porque su deseo es «poner a las personas en camino, y romper la ilusión de que se pueda vivir felizmente quedándose cómodamente sentados entre las propias seguridades».
«¡Este deseo de búsqueda, que habita en los más jóvenes, es el tesoro que el Señor pone en nuestras manos y que debemos cuidar, cultivar y hacer germinar!», recordó Papa Francisco. «¡No tengan miedo de anunciar el Evangelio, de encontrar, de orientar la vida de los jóvenes!», prosiguió, alentándolos a no ser tímidos en el proponerles el camino de la vida sacerdotal, «mostrándoles, sobre todo, con su testimonio que es bello seguir al Señor y donarle la vida para siempre».