Una decisión inesperada que pone fin a una tradición prolongada durante 420 años
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Dos años después de abrir a los turistas los magníficos jardines de este palacio, el papa Francisco ha decidido abrir también al gran público los apartamentos privados de la gran residencia de verano de los papas de Castel Gandolfo, renunciando así de forma definitiva a utilizar el lugar para su reposo, tal y como hacían sus predecesores.
A partir de mañana viernes, los visitantes podrán descubrir las habitaciones de cortinas adamascadas de púrpura y oro, según la decoración típica del Palacio Apostólico del Vaticano.
Un remanso de paz al que el papa Benedicto XVI le tenía un aprecio particular. Es más, el papa emérito se retiró a este lugar tras su renuncia, el 28 de febrero de 2013, hasta que los cardenales eligieran a su sucesor y se terminaran las obras de su residencia definitiva, en el monasterio Mater Ecclesiae, en los jardines vaticanos.
El fin de una tradición de 420 años
Adquirido por la Santa Sede en 1596 en remisión de una deuda de los Gandolfo-Savelli, durante el pontificado del papa Clemente VIII, en 1626 el castillo se convirtió en residencia de verano de los pontífices, bajo Urbano VIII (1623-1644).
Los papas Pío XII y Pablo VI fallecieron ahí en 1958 y 1978 respectivamente. Juan XXIII y Juan Pablo II (que llamaba con sorna al lugar “Vaticano II”) se instalaban aquí todos los veranos huyendo del calor romano.
Pero en lo que respecta al papa Francisco, bien lo sabemos, no es muy amigo de las vacaciones. Cuando debe descansar, se limita, resignado y obligado, a cancelar cualquier cita que pueda tener para descansar en sus apartamentos de la Casa de Santa Marta, lugar que eligió como su domicilio para no tener que vivir en el Palacio Apostólico, “demasiado grande y fastuoso” para él, según decía a sus allegados o en confidencias con la prensa, a la vuelta de uno de sus viajes. “No puedo vivir solo o con un pequeño grupito. Necesito a la gente, encontrarme con la gente, hablar con la gente”, insiste.
Una villa repleta de historia
La villa –cinco hectáreas de naturaleza y arte repletos de historia– alberga varias villas más como la magnífica villa Barberini o incluso la del emperador Domiciano, último emperador de la dinastía Flavia, con una vista impresionante sobre el lago Albano, cerca de Roma.
Las remodelaciones arquitectónicas fueron confiadas al maestro romano del barroco Piedro da Cortona (contemporáneo de Bernini).
Dispone también de una pequeña granja, del telescopio del Observatorio Vaticano y está dotada de electricidad desde 1934.
La villa dio cobijo a partir de 1943 a más de 3.000 judíos que huían de la persecución. Ahora, el acceso público al Palacio Apostólico se ha anunciado a menos de una semana de la apertura prevista de las puertas, el próximo 21 de octubre.
No hay prevista ninguna transformación estructural en el contexto de las próximas visitas, administradas por jurisdicción directa de los museos del Vaticano.
Desde el 11 de septiembre de 2015, turistas y peregrinos pueden beneficiarse también de un pequeño tren, reservado hasta ese momento al soberano pontífice, para ir desde la Ciudad del Vaticano a Castel Gandolfo.