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Puerto Rico, ¿una colonia de Estados Unidos?

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Jaime Septién - publicado el 19/10/16
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La denuncia de los obispos ante las elecciones del 8 de noviembre

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Mediante un largo y detallado mensaje, la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) ha puesto los puntos sobre las íes de cara a las elecciones generales del próximo martes 8 de noviembre, cuando la Unión Americana y los estados asociados –como la isla caribeña— elijan nuevas autoridades políticas.

La CEP, que encabeza el arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, difundió la semana pasada una nota de 27 puntos en la que señala la “nueva realidad” política frente a la creación de la junta de control fiscal federal en la isla. Esto la orilla a vivir en una “cruda condición colonial”.

“Puerto Rico se enfrenta, en su realidad histórica actual, a su crisis socio-política y económica más profunda de los últimos 115 años. Toda la estructura del modelo político y económico en el que se ha basado nuestro desarrollo en las pasadas décadas ha perdido su legitimidad y su eficacia para atender las necesidades personales y colectivas del pueblo puertorriqueño”, dice con claridad el mensaje de la CEP.

Para los prelados portorriqueños, la isla se adentra en un periodo de discernimiento, propio de cada proceso electoral, pero que esta vez la elección general de las autoridades de Puerto Rico “cobra la peculiaridad de que el gobierno que constituirán los candidatos electos estará bajo la autoridad de una junta de control fiscal establecida por el Congreso y nombrada por el presidente de los Estados Unidos, reflejo de nuestra cruda condición colonial”.

Al respecto, la CEP señaló que “esta situación exige un rechazo inequívoco y su superación es una tarea ineludible” para todos los portorriqueños quienes se encuentran en uno de los momentos más críticos de su historia.

Como en los tiempos de la colonia

En el duro comunicado, los obispos de la CEP denuncian la situación colonial de Puerto Rico, “que ha quedado crudamente manifiesta ante esta crisis fiscal, al no poder recurrir a un proceso de quiebra ordenado y sistemático, y ante la concesión del poder decisional a una junta fiscal externa, sin la participación democrática de los ciudadanos, pero con efectos en todos los ámbitos de nuestra convivencia social”.

Los prelados recalcan que “ha llegado la hora de decir no al colonialismo histórico que se ha acompañado de leyes injustas como las de cabotaje, la demagogia partidista, la mentira y el oportunismo de muchos líderes e inversionistas”.

“También, advertimos de nuevos colonialismos a través de ideologías y poderes anónimos que esclavizan, globalizan la uniformidad con fines lucrativos y violentan las culturas y tradiciones de los pueblos”, denuncian.

Para la CEP, las elecciones son “una oportunidad para elegir a un liderato político al que le duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres… con una nueva mentalidad política y económica que ayude a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social”, como dice el papa Francisco.

En cuanto a la situación política de la isla, la organización urge “a los líderes del país, y de Estados Unidos, a dar los pasos necesarios para terminar con esta situación colonial en forma seria y responsable, respetando el derecho internacional de los pueblos, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas”.

“La situación colonial, sumada a la crisis económica y fiscal que enfrentamos durante largos años y agudizada en las últimas dos décadas, amenaza en convertirse en una crisis mayor para nuestros niños, jóvenes, ancianos y personas vulnerables, tales como personas jubiladas, migrantes, los sin techo y adictos”, afirman los obispos de la Conferencia portorriqueña.

O participan todos o se hunde el barco

Sin ningún tipo de miramiento, los obispos llaman a la toma de conciencia sobre la necesidad de una participación ciudadana activa frente al poder político “sujeto a intereses electoralistas, financieros, de producción y consumo, que ha llevado a los partidos a ser, en ocasiones, grupos restringidos que usurpan el poder del Estado, sustituyendo la democracia por la llamada partidocracia”.

De manera tajante, los purpurados portorriqueños dicen un ya basta de políticas económicas basadas en contribuciones e impuestos que recaen, mayormente, en la clase media y en los menos afortunados.

“El efecto de estas políticas ha sido la ruina económica y la motivación de muchos para abandonar el país” (principalmente hacia los Estados Unidos, dejando poblaciones desiertas), constatan los obispos.

Finalmente precisan que “es la hora de una revolución moral y una transformación radical de nuestro modelo económico y de la participación ciudadana. Este esfuerzo, aunque sacrificado, nos guiará a una nueva senda de progreso y desarrollo”.

Y concluyen haciendo un llamado fuerte a la unidad: “Nuestra unidad es necesaria si queremos progresar”.

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