Una polémica ley busca eliminar a Dios de las sesiones parlamentarias en Chile El congresista que preside la sesión se pone de pie. Algunos lo acompañan con el mismo movimiento y de forma vehemente, mientras otros parecen indiferentes, sumergidos y cabizbajos en sus idas o teléfonos móviles sin mover un solo pelo.
En ese momento, quien conduce, afirma de forma rápida y casi automática: “En nombre de Dios y de la Patria, se abre la sesión”. Inmediatamente hace sonar una pequeña campanilla por unos breves segundos y comienza la discusión en la Cámara de Diputados de Chile.
Este episodio forma parte de la rutina parlamentaria en el país sudamericano desde hace años al inicio de las sesiones, pero en los últimos días, algo poco cuestionado hasta el momento, comenzó a generar debate.
Camila Vallejo, una joven congresista chilena perteneciente al Partido Comunista y famosa por su pasado como dirigente estudiantil, es la principal protagonista de la discusión que se desató en Chile gracias a un proyecto de ley de su autoría que pretende sacar las alusiones religiosas de la Cámara de Diputados.
“Ningún Poder del Estado debe actuar en conformidad a un credo religioso determinado, en desmedro de otros (…). El Poder Legislativo debe dejar de invocar a una divinidad”, señala el proyecto de ley que ella promueve.
“No fuimos elegidos para legislar en nombre de Dios, sino por nuestros principios”, afirma en diálogo con CNN Chile, y que reproduce El Mercurio, esta congresista que sacudió el escenario político con su propuesta, que presenta como alternativa abrir estas sesiones haciendo referencia al pueblo.
Y esta fue la respuesta que dio Vallejo para defender su proyecto luego de las críticas de parte de diversos sectores políticos como la Unión Democrática Independiente (UDI) y el Partido Demócrata Cristiano, DC.
Para Vallejo no es coherente que en un Estado laico como Chile (desde 1925) se obligue a los parlamentarios a abrir todas las sesiones en nombre de Dios, siendo que muchos no profesan la fe o tienen creencias distintas.
“Una de las cosas importantes es que esto no es contra de los creyentes, es más bien que el Estado de Chile tiene que respetar las distintas posiciones religiosas y no imponer una visión en una instancia que tiene que ser democrática y pluralista y representativa de toda la población”, concluyó.
Para el jefe de bancada del DC, Fuad Chahín, la frase que está en el ojo de la tormenta “es parte de las tradiciones republicanas y a nadie debería molestar”. A nadie se le impone su fe ni mucho menos, son más bien cuestiones rituales que forman parte de nuestra historia republicana”, añadió en diálogo con El Mercurio.
“Chile es un estado laico, pero no es un estado ateo. Existe en innumerables situaciones la alusión a Dios y el juramento a Dios, por ejemplo, en el juramento a la bandera de los soldados de Chile. Y el hecho de que uno jure, significa que pone a Dios como testigo y eso no tiene nada de malo”, agregó.
La Iglesia también tomó postura
El arzobispado de Santiago de Chile, a través del obispo auxiliar y vicario general, Fernando Ramos, también se sumó al debate acerca del proyecto de ley de Vallejo.
“Apelar a Dios no significa suscribir a una religión en particular, ni que un Estado sea confesional”, expresó a El Mercurio.
El secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile, Cristian Contreras Villarroel, en diálogo con La Tercera, fue más allá.
“Pensar que una invocación a Dios pueda significar una intervención de la Iglesia en algún poder del Estado pareciera subestimar a la institucionalidad chilena”, manifestó, al tiempo que consideró que “invocar a Dios no es anacrónico, sino que es un contemporáneo de la humanidad”.
“Poner en discusión este tema es artificioso y sumamente superficial. De hecho, una inmensa mayoría de nuestros compatriotas se declara, al mismo tiempo, chileno y cristiano. Aunque haya separación con el Estado, la Iglesia, con entusiasmo, desde el Evangelio y la doctrina social, invita a los católicos a respetar la institucionalidad, a cumplir sus deberes cívicos, a valorar la función pública, a promover el bien común, el respeto a la vida desde su concepción hasta su muerte natural. Que la tradición republicana del Poder Legislativo haga suya, en su reglamento, una expresión de fe que es mayoritaria en Chile es razonable y ciertamente muy democrático”, prosigue.
“¿Por qué en una sociedad que tiende a ser inclusiva se apuesta por excluir la expresión religiosa de la gran mayoría del pueblo chileno? Una cosa es un Estado laico y otra es la ideología laicista totalitaria”, puntualiza.
El debate está abierto en Chile y con el paso de los días y horas se suman diversas reflexiones y opiniones de infinidad de especialistas. Entre ellos algunos historiadores, como Gonzalo Rojas de la Pontificia Universidad Católica (PUC), quien considera que esta controversia forma parte de una disputa entre una mirada atea del mundo (minoría en Chile) y la concepción de la realidad de los creyentes (mayoría en Chile).
Pero todo esto no es más que una muestra de que Dios, palabra que aún irrita a muchos, sigue estando más vigente que nunca en el debate contemporáneo, tanto en Chile como en el resto del mundo.
Mientras tanto, ¿qué pasará cuando vuelva a sonar la campanilla en Chile? ¿Muchos seguirán indiferentes?