Pertenece a esa nueva hornada de protagonistas del cómic que viven sumidos en una existencia sombría, en absoluto ejemplarJessica Jones (2015) es una superheroína. La Marvel y Netflix están llevando a la pantalla a algunos de los protagonistas de cómic. Los resultados no son nada malos: Daredevil (2015-), la reciente Lucke Cage (2016-) y la futura Iron fist (2017-), forman parte de este nuevo retablo que se trama en esta tercera edad de oro de la televisión en la que todo son efervescentes ideas y candentes novedades.
Jessica Jones es interpretada por la inolvidable Krysten Ritter, que haciendo de investigadora privada con una fuerza desproporcionada y una capacidad de salto inhumana, resulta glamurosa hasta el extremo, luciendo una palidez exótica que hace constantemente “click” en la imaginación del espectador.
Nadie le ha sacado nunca tanto partido a unos tejanos ajustados y a una camiseta, meramente marcando chasis. Verla, además, nos transporta a aquellos tiempos primigenios en los que la misma actriz interpretaba a Jane Margolis, la odiosa novia yonqui de Jesse Pinkman que muere ahogada en su propio vómito con la maliciosa ayuda del Walter White de Breaking Bad (2008-2013).
Si es verdad que los superhéroes contemporáneos han asumido en tiempos posmodernos la responsabilidad de configurar nuestro panteón y que lo han hecho abandonando el canon áureo y ensombreciendo sus existencias según el nuevo paradigma antiheroico, Jessica Jones encaja a la perfección en las nuevas tendencias. Es huérfana. Su familia murió en un accidente de tráfico siendo ella una adolescente. Se siente culpable de ello porque el choque fue culpa suya y porque del hospital salió ya con superpoderes.
Adoptada por Dorothy Walker (atención: Rebecca de Mornay, quién la ha visto y quién la ve), una madre explotadora y maltratadora de su hija, Trish Walker, se convierte en la liberadora de su amiga, que, descubriendo sus poderes, la anima a que los ponga al servicio del bien común convirtiéndose en una famosa superheroína.
Pero en el inicio de su carrera se encuentra con el que resulta ser el antagonista de la serie, Kilgrave, un engendro producto de la ingeniería biológica capaz de dominar la voluntad de cualquiera que comparte el aire que respira. En un principio éste someterá a Jessica a su influjo, convirtiéndola en su novia y amante, abusando de ella en todos los niveles y llevándola incluso a cometer algún homicidio, cuya culpabilidad la carcomerá. Sin embargo, cuando ésta consiga librarse del embrujo, solo vivirá para vengarse.
A partir de entonces este poderoso psicópata, brillantemente interpretado por el escocés David Tennant, protagonista de una gran serie inglesa, Broadchurch (2013-), se convertirá en una especie de metáfora de todos los males de nuestra época, en la que son muchos los que actúan contra su propio bien, como si estuviesen subyugados por un anónimo amo que los esclavizase caprichosamente. Jessica tendrá entonces servida su misión: salvar al mundo del villano, que va a ir creciendo en poder e influencia.
Contra la tendencia habitual en los superhéroes a representar los valores de la sociedad tradicional americana, Jessica Jones pertenece a esa nueva hornada de protagonistas del cómic que viven sumidos en una existencia sombría, en absoluto ejemplar. Está alcoholizada y desnortada. Bebe constantemente para combatir la ansiedad y el malestar en que chapotea. Deja un rastro de botellas de bourbon allá por dónde pasa.
Malvive en un apartamento destartalado que le hace las veces de oficina. Tiene un vecino yonqui. Tiene una abogada infiel y lesbiana interpretada por la que fue la novia de Neo en Matrix (1999), Carrie-Anne Moss. Tiene relaciones sexuales esporádicas pero contundentes con un superhéroe de piel marmórea: Luke Cage. Ayuda a abortar a una chica que, como ella, ha sido violada por Kilgrave.
Es la cabeza de lanza del feminismo frente al mundo gris, masculino y opresor. Y, ayudada por su amiga Trish Walker, una presentadora de radio que le hace de escudera, que odia a su madre y que está obsesionada con la seguridad y la defensa personal, se verá las caras con el patriarcado.
Una serie tenebrosa con ciertos toques de aquella estética malasombra de Sin City (2005), preñada de traiciones, sangre y violencia física y psíquica. Una mezcla de noir, de crítica social desde la ideología de género y de cómic de superhéroes para adultos aderezado con unas gotitas de cinismo. Un cóctel que, sabiendo lo que hay, no defrauda.