¿Alguna vez he dado un salto de fe sin tocar, sin tener, sin ver?A veces nos pasa que no nos queda más remedio que confiar porque no tenemos nada más. Tenemos que dar un paso en la fe, sin ver. Es la audacia de la fe. Es la confianza ciega. Es el don que me impulsa a dar un salto de fe en la noche. ¿Alguna vez he dado un salto de fe sin tocar, sin tener, sin ver?
Pienso que Dios confía mucho en nosotros. Cree en nosotros. Nos pide que con nuestra libertad seamos audaces y nos pongamos en camino. Y Él nunca nos va a dejar solos. Siempre va a responder con su amor. Necesito confiar más, abandonarme más.
En medio de mi propia vida. No hace falta que haya hecho todo lo que tengo que hacer para poder ser curado. En medio de mi vida Dios me salva, me cura, como Él quiere.
Tal vez cuando menos lo espero. Sin hacerlo todo perfecto. Cuando no se dan todavía las condiciones para ser curado. Entonces todo sucede. La sorpresa. El milagro. La magia. Eso me gusta. Cuando no lo esperas, pasa. Suena el “de repente” en mi corazón y quedo sano.