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¿Cómo seguir siendo abuelo en el siglo XXI de internet y los videojuegos?

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Judith Garcia-CC

La Mamá Oca - publicado el 12/10/16

La brecha generacional en lo que respecta a estilos de vida parece insalvable, pero no lo es

Actualmente los abuelos tienen un papel en la vida de los nietos que es difícil de enmarcar dentro de roles específicos o inmutables. Con el ritmo acelerado que se vive hoy y los cambios en las dinámicas familiares tradicionales, ya no se puede hablar de “el abuelo” como un modelo único cuyas características personales y de interacción intergeneracional pueda ser aplicable de manera general.

Hoy existe gran diversidad en la configuración familiar y los abuelos forman parte de esa variedad. Por lo tanto, deben adaptarse a lo que la realidad específica de cada una de las familias de sus hijos les presenta.

Sin embargo, sí se puede decir que hay algo que la mayoría de abuelos de esta segunda década del siglo tienen en común y es un cuestionamiento constante sobre algunos estilos de vida que muchos jóvenes adoptan hoy.

Hace unos días conversaba con una señora que me decía: “Los abuelos vivimos con un signo de interrogación dibujado en la cara. Y no podemos decir nada porque nos miran como si fuéramos unos retrógrados. Pero, de verdad, no entendemos por qué los chicos hacen lo que hacen, ya que para nosotros es evidente que están actuando de manera incorrecta y que sufrirán por ello”.

¿Qué hacer ante esta realidad? ¿Molestarse? ¿Pelearse? Tal vez sea mejor empezar por entender el mundo en el que les toca desenvolverse a los nietos como un primer paso para alcanzar esos puntos de encuentro en los que se puede enriquecer la relación entre generaciones.

¿A qué se enfrentan los nietos hoy?

Sería muy ambicioso hacer un recuento de las influencias que reciben las generaciones más jóvenes. Sin embargo, hay dos que creemos son determinantes en la cultura que viven.

En primer lugar, los jóvenes son el objetivo central de los medios de comunicación que transmiten contenido tóxico que pretende, entre otras cosas, venderles realidades efímeras y el placer como fin primordial de la vida. Dicho mensaje suele menospreciar el desarrollo de la virtud y del esfuerzo como motor principal del éxito, el cual, a su vez, ha sido vaciado de contenido real y circunscrito únicamente a los logros económicos, académicos o de reconocimiento social.

No es raro ver a chicos que, sin una correcta guía paterna, se encuentran confundidos pensando que la felicidad se consigue compitiendo en realities de juegos cuyos protagonistas han conquistado la fama mediática y cuantiosos cheques que, seguramente, serán tan poco estables y duraderos como la casa de paja del famoso cuento de los tres cerditos.

Por otro lado, los padres —con poco tiempo para la formación y cultivo personal pues tienen que concentrarse, entre otra cosas, en pagar las cuentas— caen engatusados por teorías modernas sobre educación familiar y pedagogía. Ni qué decir de los consejos médicos y psicológicos que parecen atacar directamente la autoridad paterna y, por lo tanto, el derecho-deber de educar a los hijos, dejándolo en manos de instituciones que buscan de todo menos el bienestar real de los jóvenes.

Esta realidad es a veces complicada de comprender por los abuelos pues, hasta no hace muchos años, los colegios trabajaban de la mano con los padres y les pedían su colaboración más allá de la venta de rifas para la kermesse. Las instituciones entendían que su rol era subsidiario, de ayuda a la educación y no sustituían la labor de la familia.

Hoy en día muchos educadores (no todos) se creen dueños de la verdad y parecen saber lo que es mejor para los nuestros, sin que conozcan la historia de nuestra familia, las necesidades, los dones y la unicidad de cada uno de los que forman parte de lo que para nosotros sí es lo más importante en nuestras vidas.

Frente a esto, ¿qué pueden hacer los abuelos para ayudar a sus nietos? Aquí les presentamos algunas ideas para acortar la distancia intergeneracional.

  1. Luchar contra la cultura, no contra los nietos… ellos no son el enemigo. Los abuelos están en la mejor posición para marcar la diferencia en la vida de los más jóvenes pues al no tener una obligación directa sobre su formación pueden, a través del diálogo y de compartir juegos, enseñarles a discernir entre lo bueno y lo malo. El bagaje de anécdotas y de experiencias vividas son un ejemplo tangible de cómo el vivir correctamente trae buenos resultados. O viceversa.
  2. Los nietos deben percibir que los abuelos están de su lado y que el interés no está en atacarlos sino en protegerlos. Por ejemplo, ante la pregunta “¿por qué no vemos televisión en lugar de contar un cuento?” a un abuelo se le abren millones de puertas para responder de manera creativa sobre las maravillas que puede traer pasar el tiempo en otras actividades más constructivas que estar frente a una pantalla. Eso sí, la flojera o el cansancio no pueden formar parte de la relación entre ambos.
  3. Recordarle a los nietos quiénes son para que no sean manipulados por nadie ni crean que todo es relativo. Los niños y los jóvenes buscan bases firmes en las cuales sostenerse y consejos buenos. Necesitan sentir que creen en ellos y quién mejor que un abuelo para hacerlo. Reforzarle sus virtudes y ver en sus tropiezos oportunidades de desarrollo es la manera más sana y efectiva de estrechar los lazos.
  4. Los abuelos no deben olvidar lo importante que es conversar con sus hijos sobre las tendencias educativas que se presentan hoy y cuál es su opinión sobre las mismas con el fin de dar algunas luces sobre los problemas que pueden percibir en sus nietos. No se trata de criticar los estilos educativos sino de intercambiar ideas que puedan generar cuestionamientos positivos que tengan, siempre, como fin último el bienestar de los más jóvenes de la familia.
  5. Finalmente, ninguna pedagogía, estrategia educativa o encuentro personal es lo suficientemente rico sin el ingrediente esencial: el amor. Los nietos deben sentir, ante todo, que son queridos por lo que son y no por cómo actúan. Esta diferencia en la aproximación afectiva del adulto al joven es trascendental para abrir los canales de comunicación y de aceptación de los mensajes que los abuelos quieren dar, pues vienen desde el cariño y el respeto a la dignidad del nieto y no de las ganas de imponerse por simplemente ser mayor.

Siempre que el amor, el cariño y el respeto sean el marco principal de las relaciones humanas, todo lo que acontece en ellas tendrá consecuencias positivas, más allá de si estas se manifiestan de manera inmediata. La huella que deja un abuelo que de verdad ama a su nieto es más poderosa que cualquier consejo elaborado que se pueda transmitir.

Artículo originalmente publicado por La Mamá Oca

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