La historia de una mujer profundamente religiosa que se ve asfixiada en un entorno tremendamente formalista y puritanoEste biopic se centra en la poetisa norteamericana Emily Dickinson (1830-1886). Aunque escribió unos mil ochocientos poemas, lo cierto es que vida sólo publicó una decena. Murió soltera y tenía fama de mujer rara, que no salía de casa y que era reacia a recibir a las visitas.
El verdadero título de este film es Una pasión tranquila (A quiet passion), mucho más acertado que el elegido en España. Porque es precisamente la contención una característica de este personaje encarnado por la neoyorquina Cynthia Nixon, al que da la réplica Jennifer Ehle, que interpreta a su hermana Vinnie. Por cierto que a esta última debemos la mejor interpretación que se ha hecho de Elizabeth Bennet, la protagonista de Orgullo y Prejuicio.
El director y guionista de Historia de una pasión es el septuagenario Terence Davies, un cineasta muy literario y de gran sensibilidad, al que debemos las recientes Sunset song y The Deep Blue sea. El envoltorio del film es una dirección artística impecable, digna de un Oscar, pero lo realmente interesante es lo envuelto: la historia de una mujer profundamente religiosa que se ve asfixiada en un entorno tremendamente formalista y puritano.
Por un lado Emily se presenta como una librepensadora, ajena a las estrecheces teológicas y a los prejuicios sociales. En este sentido recuerda a Jane Austen, Virginia Woolf o a las heroínas decimonónicas como Madame Bovary o Ana Karenina.
Sin embargo, esa libertad de espíritu contrasta con una personalidad huidiza, retraída y enfermiza. Emily Dickinson, cuando abandonó la esperanza del amor de un hombre, se autorrecluyó en un mundo cerrado, estrechado aún más por la grave enfermedad que padecía. Como punto de fuga sus poemas hablan del anhelo de eternidad, de la cercanía de Dios y de la ausencia de miedo ante la muerte.
Esto es lo que nos cuenta la película, que puede resultar tediosa o irrespirable a veces, no por defecto, sino como prolongación del mundo espiritual que Terence Davies quiere trasmitir. Historia de una pasión a menudo se detiene en lo agónico, subrayado por un ritmo lento, rutinario, al compás de la vida de la autora.
Llama la atención el excelente inglés de los parlamentos, que nos recuerda a las mejores adaptaciones británicas de Jane Austen o de las hermanas Brontë, por cierto homenajeadas en el film. Una película de autor, culta y literaria, desde luego no dirigida a todos los públicos.