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Blindspot (T2): Rómulo y Remo, y pan y circo

Josep Maria Sucarrats - publicado el 30/09/16

Mucho tatuaje, pero no es Memento ni Prison Break. Mucha amnesia, pero no es ¡Olvídate de mí!

Arranca la segunda temporada de Blindspot, y por fin sabemos quién es Jane Doe. Pero no se hagan ilusiones: seguimos ciegos en casi todo lo relativo a la chica de los mil tatuajes. Bueno, sabemos que Jane no es Taylor Shaw sino Alice Kruger, como parece que por fin se llama.

Sabemos que es huérfana, que nació en Sudáfrica, que de niña recibió un entrenamiento militar junto a su hermano, y que ambos fueron acogidos y criados por Sheperd, cabeza dirigente de Sandstorm, que conspira contra el statu quo. Sabemos que los dos hermanos se reconocen como Rómulo y Remo. Es poco, pero la trama parece conducir a Roma y a su historia de sangre.

Ok, tenemos todo esto, pero ¿solucionaremos algo en esta segunda entrega? No, en realidad no mucho. Martin Gero, el showrunner responsable adicto a las series infinitas, ha afirmado que tiene traca para cinco temporadas más como mínimo. ¿Las merece el espectáculo? Pues no tanto, pero la cosa es trepidante y distrae, y después de tantos siglos seguimos en Roma, y eso del pan y circo sigue funcionando.

¿Qué es Blindspot? Una especie de The Blacklist con ecos de Jason Bourne en femenino, a ritmo de 24 (drama criminal de referencia), y con plagios de Memento y Preason Break. Todo ello en Nueva York. Éxito seguro; sobre todo si se busca acción.

Sí, hay alguna historia paralela de amor, cierta referencia a la necesidad de un origen, valoración de la memoria y de la fidelidad a lo auténtico, etc. Pero en general esto va de tiros, distracción y casos criminales que te resuelven en un plis plas, no vaya a ser que tuvieras tiempo de pensar… En síntesis, un drama procedimental.

En esta segunda temporada Blindspot se pone estupenda y parece mejorar un tanto los argumentos, algo que ya venía pasando al final de la anterior, momento en el que lo rocambolesco iba tomando tierra. Y es que del maravilloso piloto al final de temporada sobraban minutos y capítulos.

Lo vio igual la audiencia, que había ido cayendo en picado de casi 11 millones a menos de la mitad pasado el ecuador… Hay que asegurarse al público. La cadena NBC lo tiene claro. Con Red, el criminal de The Blacklist, la NBC consiguió al personaje masculino perfecto para hacerse con unos cuantos millones de espectadores. Ahora parece querer no perder los que obtuvo con las curvas sinuosas y tatuadas de Jaimie Alexander.

¿Se acuerdan de la trama? Aparece un paquete abandonado en Times Square. ¿Alerta: bomba? No, se mueve; y las bombas no están vivas. Es una mujer desnuda y amnésica con todo el cuerpo tatuado de enigmas; uno de ellos conduce a un agente especial del FBI, Kurt Weller. ¿La chica es buena o mala?, ¿es bueno o malo quien la tatuó?

Jane, nombre que le asignan a falta de uno mejor, mostrará bien pronto habilidades con las artes marciales, las armas y la inteligencia militar. No aparece cada día una Navy SEAL en tu vida, o una Lady Sif, la guerrera que Alexander interpreta en Thor. El caso es que los tattoos son una lista negra (léase Blacklist…) que lleva a asesinatos y a gente mala. Hay que conservar a la chica, cuya piel es una especie de mapa del tesoro de la corruptela criminal, y que guarda una gran conspiración que afecta a altos cargos de la CIA y de la política americana.

Al final, resulta que es la mismísima Jane quien aceptó quedar amnésica para llevar a cabo un plan contra el sistema. La cosa implicará la muerte de Carter (corrupto director de la CIA) y de Myfair (¿corrupta directora del FBI?).

Virus, pandemias, bombas nucleares…, códigos imposibles, enigmas y criptogramas propios de Edgar Allan Poe…, y maniqueísmos de manual: CIA vs. FBI, statu quo vs. anti-sistemas, consciencia vs. inconsciencia, eros vs. thánatos, ángeles vs. demonios…

En nuestra cultura sin lazos, y de anomia, crecen las series sobre la necesidad de identidad, falta asociada a infinitas amenazas contra toda seguridad. ¿Quién soy yo? Esta es una serie a la que da aguante la esforzada y digna interpretación de Alexander y Stapleton. Su ambigua relación, siempre necesitada de un hogar y de un abrazo acogedor donde sostener la vida, es casi el único interés de una serie que parece mucho más intrigante y compleja al inicio que lo que acaba resultando ser.

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cine
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