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La estrella de Hollywood, Loretta Young se rebeló contra la presión para que abortara

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Philip Kosloski - publicado el 27/09/16
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La “cláusula de moralidad” requiere que las actrices “solucionen” el problema de los embarazos como resultado de aventuras ilícitas

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La estrella del Hollywood clásico Loretta Young llevó una carrera de éxito como actriz desde 1917 a 1961, con la que consiguió dos estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood gracias a sus logros tanto en cine como en televisión. Sin embargo, toda su carrera pudo haber terminado prematuramente por rebelarse contra la “cláusula de moralidad” que imponían los estudios para asegurarse de que las actrices no traían el escándalo sobre sí mismas.

Esto significaba que los “bombones” famosos no tenían permitido mantener relaciones ilícitas y, de hacerlo, el aborto era la única opción para “solucionar” el problema. Según un artículo reciente de la revista Vanity Fair: “un embarazo no planeado no sólo traería vergüenza a los primeros puestos de taquilla, también violaría la política del estudio”.

La mayoría de las actrices de Hollywood de esta época hicieron lo que fuera necesario para salvar sus carreras. Iconos clásicos del cine como Joan Crawford, Bette Davis y Judy Garland fueron obligadas a abortar para mantener su atractivo. Los directores de estudio sostenían que el público quería que estas mujeres estuvieran “impecables” y que ser madre desluciría esa imagen. Cari Beauchamp, periodista estadounidense, escribió: “Era una presunción común que las glamurosas estrellas no serían populares si tuvieran hijos”.

Por eso algunas actrices tenían prohibido casarse. Jean Harlow, por ejemplo, “no podía casarse con William Powell porque ‘MGM tenía escrita una cláusula en su contrato que prohibía que se casara’”.

Así era el mundo hacia donde iba Loretta Young, bautizada católica. En las primeras etapas de su carrera, trabajó en una película con Clark Gable (La llamada de la selva), se enamoró de su compañero coprotagonista y se quedó embarazada de él inesperadamente.

Según su nuera, Young le explicó años más tarde lo que sucedió en realidad. En mitad del rodaje de la película, “mientras el personal de rodaje viajaba de vuelta a Hollywood en tren (…) Gable se coló en el compartimento nocturno personal de Young y se aprovechó de ella (…). Se sentía tan humillada (…), y lo que hizo cuando la humillaron fue simplemente ‘seguir con el espectáculo’. Porque eso le habían enseñado desde los 3 años, a poner buena cara y a seguir adelante. Sabía que tendría que continuar trabajando con él”.

Después de que Young descubriera que estaba embarazada, Gable y ella mantuvieron el incidente extremadamente oculto y en secreto. El estudio la presionó para que abortara, pero Young se negó y decidió tomar medidas extraordinarias para encubrirlo todo, confiando en poder conservar su carrera y ser madre.

Young preparó “una ingente cantidad de eventos públicos y entrevistas en los primeros meses de su embarazo con la esperanza de tener una explicación para su posterior necesidad de descanso. Luego planificó un viaje al extranjero con su madre que duraría semanas. A su vuelta, la prensa fue informada de que Young había caído enferma”.

Dio a luz a su hija (Judy) en una casita de campo secreta en Los Ángeles y entregó a la recién nacida a un orfanato, después de nombrarla en honor a san Judas, santo patrón de las situaciones difíciles. Más tarde, Young “adoptó” a su propia hija de 19 meses. Este argumento exacto fue el que inspiró a los hermanos directores Joel y Ethan Coen para su película ¡Ave, César!, cuando el personaje de Scarlett Johansson es obligado a firmar un acuerdo para que entregue al bebé a un hombre que luego la permitirá adoptar a la criatura después de algún tiempo.

Young decidió ocultar la verdad a su hija hasta poco antes de su propio matrimonio. Judy se sintió decepcionada por las numerosas mentiras que le contaron de pequeña y deseó haber conocido la verdad desde el principio.

Después de dar a luz a Judy, Young se casó pasado un tiempo con el productor Tom Lewis y tuvo dos hijos, Peter y Christopher. Más tarde colaboró estrechamente con varias organizaciones de beneficencia católicas y siguió siendo miembro de la parroquia del Buen Pastor.

A fin de cuentas, las estrellas de Hollywood de antes y de ahora reciben la presión de los estudios para hacer lo impensable por salvar sus carreras. Lo que Loretta Young hizo pudo haber tenido un enorme precio para ella y su decisión de mantenerlo todo en silencio, incluso ocultándoselo a su propia hija, de hecho tuvo consecuencias personales. Por fortuna, no obstante, la fe católica de Young le recordó la importancia de proteger la vida a todo coste, arriesgándolo todo para salvar una vida en vez de ponerle fin.

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