Vive a fondo lo que ahora tienes entre manos A veces dejo pasar el tiempo y pierdo la vida pensando: “Cuando me suceda esto sí que seré fiel. Si yo fuera de otra forma, podría hacer tanto. Si tuviera otras condiciones, otro trabajo, otra familia, entonces sí que lo haría”.
A veces sueño con grandes proyectos en mi trabajo. Sueño con irme de misiones. Sueño con cambiar el mundo a gran escala. Que lo sepan. Que se enteren. Que me aplaudan. Algo tan grande que haga que mi vida merezca la pena.
Mi vida no es en vano. Vale la pena. Tal vez no tenga seguidores, tal vez muchos no conozcan mi entrega. No importa. Jesús me espera en el presente. En lo oculto de mi día. En esa realidad pequeña que yo no valoro tanto. Porque no me parece destacable, ni digna de admiración.
En mi familia y su realidad. En mi trabajo pequeño del que no puedo presumir. Es ahí donde Dios me pide que me entregue, sin grandes aspavientos. Quiere que no que me reserve para grandes cosas.
Dios quiere que viva a fondo lo que me toca vivir hoy. Vivir cada día tomando el regalo que ese día Dios me entrega. Ser fiel en lo pequeño es vivir abierto a lo que Dios me regala. Es buscarlo y dejarme encontrar en mi vida por Él.
Les decía el papa Francisco a los jóvenes en Cracovia: “Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si tú no pones lo mejor de ti mismo, el mundo no será distinto. Es un desafío. El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando queramos vivirla, siempre y cuando queramos dejar una huella”.
Quiero darle las gracias a Dios por estar conmigo cada día. Eso es dar mi vida con Él. Levantarme de mi sofá y ponerme en camino. Tomar esa cruz que a veces me pesa y entregársela. Pienso que cada día tiene un secreto especial. Y a veces por nostalgias de pasado o por inquietudes de futuro no dejo que Dios me cuente este secreto sencillo de vivir con alegría.
Mi vida no es en vano. No necesito grandes experiencias místicas que me saquen de la rutina de mi vida. Pienso en Belén y en Nazaret. ¡Cuántos días cotidianos sin nada especial! Sólo Dios tocando la tierra. Y es ahí, en mis horas diarias, donde Dios me pide que sea fiel y alegre. Agradecido. Como lo hizo Jesús.
Pienso que lo más importante es aprender a vivir. Lo que importa es cómo me entrego. No lo que hago. Eso es ser fiel en lo pequeño. Honesto en lo que nadie ve. En lo que no me van a pillar. En lo escondido y poco relevante.
¿Cómo trato a las personas que trabajan conmigo? ¿Cómo trato a las personas con las que me cruzo? Para cada uno ser fiel en lo pequeño tiene una connotación. Quiero pensarlo. ¿Qué es hoy para mí ser fiel en lo pequeño? ¿Qué es para mí lo pequeño?
Me gustaría que Jesús modelara mi corazón a su medida. En lo pequeño y en lo grande. En lo escondido y en lo visible.
Cumplir en mi trabajo, no mentir, hacerlo con alegría, ayudar al que sabe menos sin pensar que puede quitarme después mi lugar. Ser como soy siempre, no sólo a veces. Que mi palabra tenga valor. No criticar a otros para quedar bien yo.
Pienso que mi vida se juega siempre en lo pequeño.