Nombra tu petición para el segundo día de esta novena al Padre Pío de Pietrelcina y luego considera la siguiente reflexión del popular santo capuchino:
Su Corazón desolado tiene necesidad de consuelo. La desolación en que se encuentra, la batalla que libra solo, parece llevarlo en busca de alguien que lo consuele.
Lentamente, pues, se levanta del suelo y, tambaleándose, da algunos pasos. Se acerca a sus discípulos en busca de consuelo.
Ellos, habiendo vivido tanto tiempo con Él, ellos, sus confidentes, podían comprender bien su dolor interior. Y con esta expectativa va a ellos. Seguramente sabrán cómo brindarle un poco de consuelo.
…
Ellos, sin embargo, cargados de sueño, apenas oyen la voz de Jesús, apenas lo perciben como una sombra tenue, tanto que no se dan cuenta de su rostro todo desfigurado por la agonía interna que lo tortura.
Oh Jesús, cuántas almas generosas heridas por esta queja te han hecho compañía en el Huerto, compartiendo tus amarguras y tus angustias mortales. . . Cuántos corazones en el curso de los siglos han respondido generosamente a Tu invitación. . .
Te sea, pues, un consuelo esta multitud de almas en esta hora suprema, que, mejor que los discípulos, comparten contigo las angustias de tu corazón, y cooperan contigo en la salvación propia y de los demás.
Y concédeme que yo también sea de ellos, que también te pueda ofrecer algún alivio».
La Agonía de Jesús
Disfruta de estas fotos pocas veces vistas del Padre Pío: