Una especie de fascinante juego de espejos entre la política, los medios y por supuesto los conflictos personales de los personajes
Las elecciones en Dinamarca arrojan unos sorprendentes resultados: ninguno de los partidos mayoritarios puede gobernar. Inesperadamente se alcanza un sorprendente compromiso entre varias fuerzas que convierte en primera ministra a la líder del partido moderado, Brigitte Nyborg.
No solo será la primera mujer que alcanza ese puesto en el país sino que además antepone una firme convicción de buscar consenso entre los distintos partidos que componen la diversa coalición de fuerzas que la apoya con el ánimo de buscar el bien para el conjunto del país por encima de partidismos e intereses particulares.
Además su comportamiento lejos de las cámaras se antoja esencialmente honesto y descubrimos cómo, a pesar de tener en su mano en alguna ocasión la posibilidad de obtener algún tipo de ventaja sobre algún adversario político, rechaza valerse de informaciones o tácticas poco edificantes o incluso inconfesables.
Además vemos que es una amante madre de familia con una magnífica relación con su marido, con quien ha alcanzado un muy civilizado acuerdo para que éste sacrifique temporalmente su vida profesional y quede al cuidado de los hijos del matrimonio.
Comparado con el común de los gobernantes y políticos del mundo real, cuando el espectador conoce al personaje de Birgitte Nyborg muy bien puede creer que está asistiendo más a un ejercicio de política-ficción que a una trama engarzada en la realidad. De hecho no tardamos en descubrir que ese tipo de político que podemos identificar más con lo que nos son familiares por la prensa sí que existe en “Borgen”, pero claro, son todos los que rodean a la primera ministra Nyborg.
Por fortuna para el espectador que disfruta con historias complejas y personales no excesivamente idealizados a lo largo de esta primera temporada asistiremos a una sutil evolución en Nyborg que matizará lo que en pocos trazos queda bien dibujada desde un principio, algo que enriquecerá sin duda a la protagonista y esencia de esta serie.
Pero como todas las buenas historias, estas quedarían desdibujadas sin un acertado elenco de personajes secundarios. Desde el abnegado marido de la sorprendente primera ministra (que como era de prever acusará los drásticos cambios en la vida de su esposa), el fiel mentor y veterano compañero de partido Bent Serjø, el cínico y torturado asesor de comunicacion Kasper Juul… y a través de este el enlace con la prensa, contrapunto de gran peso a lo largo de toda la serie a la acción del gobierno.
Aquí Katrine Frønsmark, con quien Kasper mantiene una relación muy particular, se eregirá más adelante como reflejo en otro ámbito de los avatares que atraviese Nyborg.
Será una constante en esta temporada pero también en toda la serie: las distintas vertientes de un mismo conflicto personal, moral, político, profesional… los veremos abordados por distintos personajes con una similitud en el planteamiento pero una clara diferencia en la postura adoptada y ocasionalmente en el resultado.
Puede decirse así que “Borgen” supone una especie de fascinante juego de espejos entre la política, los medios y por supuesto los conflictos personales de los personajes, y en esta primera temporada ya podremos ver qué poco tiempo (apenas un año en la ficción) es necesario para que cambien tanto las cosas para algunos. Siempre por culpa de la política, claro.