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CINE Y VALORES: La música, ese puente de encuentro con la belleza

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Marcelo López Cambronero - publicado el 15/09/16
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El vídeo nos hace pensar en la música, en el encanto, dureza e importancia de la vida, en su trazo efímero y decisivoLas notas musicales tienen en ocasiones una pureza que nos refresca el alma, un ritmo y una presencia limpia y clara que recuerda al sol de mayo. Es esa música que se toca con precisa claridad, una nota tras otra, como gotas que cayeran del techo de un glaciar milenario, acariciando las emociones y despejando la mente. Es como si el infinito viniera y se mostrara, abierto en abanico interminable, a nuestros pies, algodonando el porvenir.

Hoy les presento un pequeño trabajo preciosista especialmente indicado para el uso escolar, un cortometraje de apenas dos minutos que nos habla sobre la música y el pasado, sobre la estructura real de nuestra existencia. Se titula El Piano y es un ligero y penetrante encuentro con la belleza, con una belleza que parece que esté buscándonos o, tal vez, solamente esperando que alcemos la mirada y le dediquemos un momento.

La historia es esencial, como la melodía minimalista que centra la tímida acción casi convertida en un personaje más, el más decisivo, el que está dentro de nosotros (es “Comptine d’un autre été – L’après-midi” de Yann Tiersen, que se podría traducir como “Cancioncilla de otro tiempo – la tarde” y que se hizo famosa por formar parte de la banda sonora de la película Amélie). La melodía es interpretada al piano por un anciano que recuerda algunos pasajes de su biografía, los más significativos, mientras pasea las manos entre teclas y nostalgias.

El vídeo nos hace pensar en la música, en el encanto, dureza e importancia de la vida, en su trazo efímero y decisivo. Apela, además, a la poesía, a la sed de eternidad, de amor verdadero, a la gratitud por el abrazo de las personas que se nos dan, por la consistencia que alcanza el tiempo mientras se aleja como un tierno haz de semillas de diente de león que nos arrancara de la mano un fiero viento de tormenta.

Se lo debemos al artista y animador irlandés Aidan Gibbons, que lo diseñó y realizó cuando todavía estudiaba en la Universidad de Hertfordshire, al sureste de Inglaterra, en el año 2005. Aquel mismo año ganó el Premio del Público en el Festival de Cine de la propia universidad, además de ser nominado en el Festival de Animación de Bradford.

Gibbons trabaja actualmente en uno de esos rincones de nuestro planeta en el que el mundo digital y las nuevas tecnologías han agrupado eso de las “inteligencias múltiples”: el estudio creativo The Mill, cuyos trabajos están llenos de frescura y sorpresas (para que se hagan una idea, son los responsables de la ambientación de las dos primeras películas de Harry Potter, incluyendo Hogwarts).

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