El clima ha sido extraordinariamente proclive a la deportación y al racismoLos cerca de 3,000 muertos y los 6,000 heridos que se reconocen oficialmente tras el ataque a las Torres Gemelas que el pasado domingo cumplió 15 años de haberse efectuado, no son las únicas víctimas de la guerra desatada por George W. Bush al terrorismo: también lo han sido los inmigrantes a Estados Unidos.
El “clima” que desataron los ataques que golpearon el corazón de Estados Unidos ha sido extraordinariamente proclive a la deportación y al racismo. “La conjugación del fenómeno migratorio con la lucha contra el terrorismo ha sido uno de los impactos más palpables en la comunidad inmigrante”, declaró Christian Ramírez, director de la Alianza San Diego, al periódico Hoy Los Ángeles.
Cualquiera podría percatarse que los latinos nada tuvieron que ver ni con la planeación ni con la ejecución (mucho menos con el financiamiento) de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pero la narrativa anti inmigrante y anti refugiado se vio reforzada, según lo dicho al mismo rotativo angelino por Oscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Américas.
“Los ataques terroristas sirvieron para definir a los extranjeros como una amenaza a la nación, que debía ser tratada como tal”, dijo Chacón, y como consecuencia de la “criminalización del fenómeno migratorio,” millones de personas fueron deportadas. Baste señalar que en los ocho años de las dos administraciones de Barack Obama, 2.4 millones de personas han sido deportadas a sus países de origen.
Terroristas “en potencia”
La guerra declarada por George W. Bush al terrorismo “ha castigado de manera excesiva a los inmigrantes latinos”, dijo, por su cuenta el sociólogo Luis Romero, estudiante de doctorado de la Universidad de Texas en Austin.
En un trabajo que hizo con su colega Amina Zarrugh, muestra cómo, desde los ataques del 11 de septiembre, las dependencias federales encargadas de la aplicación de las leyes migratorias pasaron a ser parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), desatándose una persecución sin cuartel contra los inmigrantes.
“Terrorismo e inmigración se fusionaron en las políticas públicas y el trabajo de las agencias del gobierno, y esa conexión ha sido insinuada a la población durante una década, tal vez no de la manera tan explícita como lo hace hoy el candidato presidencial republicano Donald Trump”, en sus ataques a mexicanos y musulmanes, expresa el documento.
“Meses después de los ataques comenzaron en el Congreso las advertencias sobre la ‘porosidad’ de la frontera con México, y todos los inmigrantes mexicanos pasaron a ser vistos como una amenaza terrorista en potencia”, agrega el estudio de Romero y Zarrugh. Y ello ha traído como consecuencia una presencia casi todopoderosa de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, que actúa con las manos libres para detener a los “ilegales”.