Llamar a las cosas por su nombre es el mejor comienzo para una actitud sana
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Por supuesto, siempre es posible recurrir a la técnica del avestruz: esconder la cabeza cuando os sorprenda un anuncio con contenido explícito, ignorar las constantes preguntas de los niños cuando se han topado con una imagen pornográfica, rebobinar hacia adelante cierta escena del DVD durante la noche de cine del sábado,…
Pero en el fondo, no hablar de sexo es como intentar hacer caso omiso a una enorme mancha de kétchup en la camisa blanca de un amigo. Es bastante ridículo. Y la verdad, hundir la cabeza en la arena durante mucho tiempo es la mejor manera de ahogarse.
Hablar de sexo también es hablar de humanidad
Poco importa la cultura o la educación, el sexo es el catalizador de nuestro ser. Si es abordado de forma sana, nos acompaña en una vida de plenitud y contribuye a crear equilibrio. Sin embargo, ignorarlo supone crear frustración y un entorno favorable a una sexualidad desviada.
No podemos callar lo que no podemos ignorar. No pasa un día sin que estalle un escándalo sexual: un político engaña a su mujer, un futbolista es encontrado en brazos de una chica de compañía, un hombre es acusado de pedofilia…
El silencio y la censura se han practicado con mucha frecuencia, pero sin resolver nada. Así que, ¿y si intentamos otra cosa? ¿Y si aceptamos que el sexo forma parte de nuestras vidas? ¿Y si admitimos que lo necesitamos?
Tal vez así podríamos vivir con menos tabúes, menos hipocresía y ganar un poco en humanidad.
Para empezar, hay que atreverse a usar las palabras adecuadas. El hecho de que otros les hayan dado un carácter grosero no significa que lo sean necesariamente.
Un gato es un gato, llamar a las cosas por su nombre es el mejor comienzo para una actitud sana.
Enrojecer de vergüenza cuando alguien dice la palabra “pene” en relación a la dimensión fisiológica del órgano y evitar usar este campo lexical sólo sirve para admitir que el sexo es un ámbito que debería producir vergüenza, del que deberíamos ocultar su existencia.
Si profundizamos en la cuestión, sorprende bastante ver lo condicionados que estamos.
Haced un experimento: deteneos ante un anuncio o un artículo que os parezca “atrevido”. Intentad desmenuzar qué elementos os han causado impacto. ¿Una desnudez? ¿Las palabras que emplea? ¿El contexto? Luego preguntaos por qué os ha causado impresión. Es muy raro que no sea más que una cuestión de educación. En realidad, a menudo el rechazo viene porque nos evoca un tabú, un miedo, una envidia no aceptada…
Evidentemente, el sexo pertenece al ámbito de la intimidad, pero hay admitir que pueda causar interés entre los jóvenes y no tan jóvenes y que hay ocasiones en que podemos hablar de ello. Esto sólo ayudará a vivir en armonía y de acuerdo a como somos.
Aquí libros y artículos que te pueden ayudar: