Hay que dirigir la vista a los Estados europeos para comprender los distintos modos de entender el papel de la religión, y más concretamente del Islam en sus sociedadesSadiq Khan, primer alcalde musulmán de Londres. Ibrahima Ndiaye, musulmán senegalés, residente en Lugo y presunto asesino de su novia. Ambos representan el éxito y el fracaso del modelo multicultural en medio del auge de movimientos violentos, sean populismos xenófobos o terrorismo islamista.
Desde hace tiempo, se vienen realizando esfuerzos institucionales por reforzar el diálogo interreligioso entre Cristianismo e Islam. El encuentro del papa Francisco con el imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib en el pasado mes de mayo es uno de los últimos gestos que avalan esta tendencia. En este entrevista, publicada por este medio, se pone encima de la mesa que la espiral de violencia no tiene una raíz religiosa, sino política: “todas las filosofías e ideologías sociales modernas que han tomado las riendas de la humanidad (…) han fracasado en el intento de hacer felices a las personas y alejarlas del derramamiento de sangre”.
Y concluía: “el hombre sin religión es un peligro para su semejante”. Por tanto, hay que dirigir la vista a los Estados europeos para comprender los distintos modos de entender el papel de la religión, y más concretamente del Islam en sus sociedades.
En relación con este planteamiento, otro de los puntos interesantes de las declaraciones del imán de Al-Azhar fue sobre la formación que desde esta institución tratan de proporcionar a los imanes de mezquitas europeas. Incidía en la necesidad de “reeducar” cualquier desviación o concepto erróneo sobre la integración de los musulmanes en las sociedades europeas.
Y es que en Europa no existe un único modelo para la integración. De hecho, cada Estado posee el suyo y han contribuido en mayor o menor medida a construir una identidad musulmana (también muy plural) dentro de sus sociedades. Tomemos dos casos extremos acaecidos entre abril y mayo de este año. De un lado, el caso de Ibrahima Ndiaye, senegalés acusado de la muerte de una joven lucense con la mantenía una relación. De otro, el de Sadiq Khan, recientemente elegido alcalde de Londres y ferviente europeísta.
En ambos casos, los medios de comunicación subrayaban su condición de “musulmanes”, pero, claro está, con un matiz muy distinto. Aunque he de decir que “buen” musulmán o “mal” musulmán, pude observar que en ambos casos se mantenía el temor y la sospecha sobre qué derroteros estaba tomando Europa y cómo su identidad se estaba desvaneciendo. No solemos caer en la cuenta de que, por un musulmán que es alcalde de Londres ¿cuántos quedaron en el intento? Y, al revés, por un joven que asesina presuntamente a su novia ¿cuántos musulmanes senegaleses se desenvuelven con normalidad en España?
Lo que deseo señalar con estos ejemplos extremos es que el modelo legal (multicultural, de integración o aculturación) que se adopte con respecto al papel de las minorías (nacionales, étnicas, religiosas) en las sociedades, influirá decisivamente en los resultados. Y que ambos casos no surgen por generación espontánea, sino que son el resultado generacional de las políticas que el Estado adopta con respecto a la integración de estos colectivos.
En el caso del Islam y debido a las violentas circunstancias que lo rodean, las autoridades islámicas – chiíes o sunníes – están realizando denodados esfuerzos por “construir” un Islam “compatible” con / “aceptable” por las estructuras políticas europeas /occidentales. Una labor ardua, que no oculta una necesidad imperiosa de rescatarlo de las manos de aquellos que lo están convirtiendo en una amenaza para la convivencia. La cuestión última que se me plantea es ¿a qué precio?
REFERENCIAS:
Ramos Díaz, Ary Waldir: “El Papa recibe al Gran Imam de Al-Azhar, condenan terrorismo y persecución de cristianos”, en Aleteia, 23-V-16, en: http://es.aleteia.org/2016/05/23/el-papa-recibe-al-gran-imam-de-al-azhar-condenan-terrorismo-y-persecucion-de-cristianos/